Luis Royo
XVII
(off"Dome")
Bailar para ti... 22.
Aquellos días fueron maravillosos, pero la
rutina tenía que volver a nosotros. Y con septiembre ya entrado, yo retomaba
las clases con las pequeñas y mi trabajo en la disco.
Volver a las clases me costó demasiado, adoro a
las pequeñinas, pero me había acostumbrado a la paz de tus brazos y al placer
de tu silencio. Los gritos y risas, eran adorables, pero no seductores. Aunque
eso me devolvió un poco de realidad.
Así, tomando consciencia de que hay una vida,
de que, hay que lucharla, salir adelante, crecer y aprender, cuesta menos... la
hora de decir adiós.
Y yo, ya intuía que nuestro amor, tenía fecha
de caducidad. En realidad no sé si fue intuición, mis propios miedos o tu frase...-
Te quiero mucho, como amiga.
Curiosamente, esto me lo decías con los ojos brillándote
de amor y con frases alternadas de...- No quiero y no puedo frenarlo.
El amor, dicen por ahí, que es una gran amistad,
con encuentros sexuales. Lo nuestro, en realidad fueron, grandes encuentros sexuales,
con una posible amistad.
Pero mi forma de sentir y la tuya, al igual que
las formas de pensar, son distintas. En eso no se equivocaron, aunque acertaron
de puñetera casualidad, porque ni te conocían a ti, ni mucho menos a mí.
La primera realidad, visible que tuve, fue
despertarme en mitad de la noche, contigo y ver claramente, que tú tenías tú
espacio definido, que no me buscabas en mitad de la noche, para abrazarme. Un
simple abrazo, te dice tantas cosas.
Tenía que ir haciéndome el cuerpo a ello y eso
hice, adaptar mi cuerpo y mi mente a la posibilidad de perderte. Hoy en día, no
sé si fue un error o un acierto, porque quizá mi miedo, provocó el desenlace...
o no. Eso, solo lo saben los magos del destino.
Mi regreso a la disco, fue más llevadero, podría
expresarme encima de la tarima.
La primera noche, una casualidad, una chica
nueva con la que había compartido clases de ballet, de pequeña. No recordaba
demasiadas cosas de ella, solo que me parecía sincera, directa y buena
bailando.
Nuestro encuentro fue muy especial, me ilusionó
volver a verla, habían pasado un montón de años y ella, sentía la misma ilusión
de verme.
Y curiosamente, zas, apareciste, la abrazaste y
besaste en la mejilla. Os conocíais, es más, erais grandes amigos. Charlamos riéndonos,
los tres, dando por sentado que entre nosotros tres, había amistad, sin más.
Quedó claro para ella, que tu y yo, éramos
amigos, como me dijiste entre risas.- No voy a decirle que follamos como locos,
no?. Me dieron ganas de decírselo yo. Hasta tú frase, me daba igual, pero
después de oírla, me pareció hasta... ofensiva. No porque no fuera real, era
una realidad constante, era porque acababas de abofetearme con ella y sin
importarte una mierda, lo que yo estaba sintiendo.
Y no me guarde mi enfado, te lo dije y cerré el
tema.
Ella actuó una hora antes que yo, pero no pude
mirarla, estaba tan... en mi mundo, que no aprecié su baile, pero creo que fue
bueno, por la ovación.
Tú aplaudías encantado, entonces si sonreí,
porque te vi generoso con ella y eso me puede, la gente que va regalando
palabras amables, gestos cariñosos, me pueden. Un poco de mis miedos se
evaporaron, para bailar encima de la tarima.
Mis jefes, me llamaron al despacho antes de actuar
y subí sin sospechar siquiera, para que me necesitaban.
Abrí la puerta gris de metal, dura y pesada, en
la parte trasera de la disco. Aquello no era un despacho, era las entrañas del videojuego,
comecocos, los mismos colores, chirriantes, dañinos y el fuerte olor a taller mecánico,
que nunca he comprendido pues se trataba de un despacho, no de las mazmorras
del infierno.
Y contrastaban con las caras amables de mis
jefes, Antón y Gery, una pareja adorable.
Antón, gallego de un metro ochenta, corpulento, sonriente, enternecedor,
que dejó su tierra y su familia, porque no entendían que un hombre de su tamaño
y volumen, quisiera en realidad ser, una princesa de cuento. Lo era sin dudas,
no he conocido miembro de la realeza,
con tanto estilo, glamour y toques sensuales, andando encima de plataformas de
cincuenta centímetros y con peluca estilo Lolita, que aquella pedazo de
princesa encantadora.
Y Gery, Gery era para comérselo, sensible, de
tierra fría y corazón ardiente, Irlandés. De pequeño soñaba con ponerse la
falda escocesa, con botines de tacón y punta. Teniendo que usarlos para
apuñalarse el corazón y dejar a los suyos, por falta de comprensión.
No os dais cuenta del dolor que supone para un
ser humano, gritar al mundo quien es y ponerse con ello, a los suyos, por
enemigos. Ver el rechazo en un hermano, la mano que le señala, de su propio
padre, que se avergüenza de él. Cuando tiene un interior más bello que un campo
minado de amapolas rojas. Quedémonos con las cosas buenas, no es tan difícil
amar al ser, es lo que debemos amar, el resto son adornos.
Los adornos:
Paseamos por esta vida, a
veces con pasos lentos, otras tan rápidos que le ganan el pulso al tiempo.
Vamos adornándonos el cuello... con collares engarzados de
lágrimas.
Con broches que nacen del pecho, broches brillantes llenos
de latidos.
De pendientes... besos perdidos.
Como Carmín... las bocas que a veces incluso ni deseamos, ni
amamos.
Te llegas a vestir con el orgullo, con la pena, con la
ilusión y la maldita desilusión...
Por zapatos... a veces unos que pesan tanto que te rompen
los tobillos y otras, zapatillas de ballet, que hacen que te eleves danzando al
cielo.
Pero muy pocas veces, muy poquitas, tan poquitas que apenas
la recuerdas...
Paseas completamente desnudo, al antojo de los vientos...
Ellos decidieron pasear
por la vida, desnudos de mentiras, mostrando ser quienes eran, puesto que no
dañaban a nadie, no mataban, no herían. Y eso, para mí no solo es un acto de
valentía, es un honor a la verdad. Los verdaderos derechos del ser humano.
"SoloAlas"...
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