Una de las obras de arte de Leonid Afremov... mi favorita.
One-of-a-kind.
afremov.com
Bailar para ti... 18.
La dulzura de los días pasaban, con melodías de
nanas, le cantaba nanas a mi corazón. Lo adormilaba para soportar tu ausencia y
lo despertaba, únicamente, entre tus brazos.
Cada mañana el aire, me olía más puro, la
carrera hasta la playa, era mucho más corta y mis baños en el mar, más
hermosos.
Y cada noche, actuaba los bailes imaginando que
me veías. Mis piernas volaban más alto. Acariciaba la barra en vez de cogerla
con fuerza para mantener el equilibrio en ella. Y con tan solo esas caricias,
yo giraba y giraba, posada como una mariposa.
Me permití extender las alas, sin miedo a que
las vieran y flotaba, posando los pies en el suelo, aunque a veces, durante
segundos, mis pies se elevaban retando a la gravedad de la madre Tierra.
Te escapabas cada vez que podías, teníamos
encuentros, incluso de solo media hora. Tiempo que, dedicábamos exclusivamente
a nuestros besos, nuestros cuerpos, caricias, miradas a los ojos, sonrisas y
complicidad.
En uno de esos encuentros, te susurré una
promesa...- Porque no eres libre, si no, iba a por ti descaradamente y me
quedaba contigo. A lo que me respondiste, con una sonrisa tan tierna como la de
un niño.
Cuando venias a verme a casa, aunque solo fuera
un ratito, allí estaba yo, perfecta para recibirte.
Me bañaba y perfumaba con azahar a conciencia.
Me vestía con la ropa interior más sensual y bonita que tenía. Escogía la ropa exterior,
con la única intención de sorprenderte y provocarte. Y me maquillaba muy poco,
lo suficiente como para dar un toque de color a mi cara, no quería cegar la
evidencia de mis ojos, ni de la sonrisa que me provocabas, con solo pensarte.
Cocinaba mi mejor plato, con una dedicación
exclusiva, de esas que ya no se llevan... para que luego... se quedara en la
mesa.
No podíamos resistirnos el uno al otro y hacíamos
el amor, cada vez con más ganas, con más pasión. Aprendimos a descubrir que
caricias nos gustaban más, curiosamente eran todas, era ver la rendición de uno
y automáticamente el otro, sacaba la banderita blanca y la contoneaba.
Salía de compras por mi pueblo y todo el mundo
me decía lo guapa que me veían, mis amigos, me lo siseaban y mis íntimos, los únicos
que sabían lo nuestro, no podían evitar piropearme. Hasta Anastasia, se rindió
a mí y me esperaba sin rechistar, entendiendo que yo estaba perdida,
perdidamente enamorada.
Incluso entre la gente, no podíamos disimular
comernos con los ojos... devorarnos vivos y nuestras miradas a veces, eran
sorprendidas por gente que, fruncían el ceño, notando claramente que en sus
mentes decían... Estos dos, están liados.
Y yo no sé si él, estaba liado conmigo, pero si
sé que, yo no estaba liada con él, estaba enamorada... completamente,
ENAMORADA.
Recuerdo una mañana, últimos días de julio, un
calor sofocante. Corría por el sendero junto a la carretera, volaba...
Mi sensación al divisar el mar de lejos...
Chispeaba diamantes marinos por todas partes y el sol brillaba más que nunca,
encima del océano.
Mi cuerpo era completamente líquido, podía estrujar
la camiseta y el pantalón y sacar cubos y cubos de sudor. Sudor sin olor.
El cielo se apiadó de mi y las nubes decidieron
protegerme, porque estaba completamente loca, loca por ti... Y cada paso que daba,
se estiraban y alargaban, imitando las formas de los toldos y activaban sus
aspersores invisibles de agua, con olor a dama de noche, solo para mí.
Llegué a la playa más fresca que las lechugas,
mientras que todo el mundo se ahogaba de calor, bebiendo o buscando la penumbra
de sus sombrillas, si no estaban bañándose en el mar. Y yo, no sentía aquella
necesidad.
Me lancé al mar, buscando a mis hermanos los
delfines, sin siquiera descansar. Nadé y nadé, hasta el fondo, completamente poseída
por la fuerza del amor y cuando mi razón me dijo...- Para, para loca...
Sorprendentemente, lo hice en un monte elevado
del mar, a muchos metros de la orilla. La arena, se había elevado por el efecto
de la marea o porque se alió a mi fuerza. Creando pequeños montículos y pude
posar mis pies en uno de ellos. Y allí, descansar admirando el fondo,
encantarme con el verde del agua, mientras recuperaba el aliento y las fuerzas
para volver.
Cuando volví, estabas en la orilla con una
toalla en la mano, sonriendo y mirándome descarado, lo poco que cubría mi
bikini, la piel desnuda... ni la mirabas.
Incluso suspiraste y tu...- Ains, me sonó a
puñalada en el corazón.
Y apliqué lo que Anastasia me había enseñado,
contonearme hasta llegar a ti, descarada, moviendo mis caderas al andar y
sacando mis pechos, para que parecieran más grandes, más sabrosos. Los pezones
ya estaban duros por el frío del agua, pero fue verte e incluso, me dolieron de
ganas de ti.
Miraste a ambos lados, estaba lleno de gente,
aun así, me tapaste un poco con la toalla y sacaste la lengua mucho al besarme,
para pagarme tal descaro.
Si hubiera podido, me la hubiera tragado
entera... Tuve que conformarme con que me frotaras el cuerpo, con la toalla y riéndote
entre dientes me llamaste.- Bruja.
Yo a ti...- Malvado. Puñetero malvado.
Me llevaste en el coche hasta casa e hicimos el
amor, en cada rincón en el que pudimos... Matándonos a besos y caricias, castigándonos
por habernos provocado mutuamente, en aquella playa, sin piedad y con la desesperación
de un sediento que vaga días en un desierto y le llueve el agua a cantaros
encima del cuerpo.
Cuando nuestros cuerpos, estuvieron momentáneamente
saciados, me dijiste.- Lo mío con mi mujer, se ha acabado... Me he marchado de
casa.
No sentí ni un gramo de culpabilidad, lo
vuestro estaba roto, mucho antes de que yo llegara y supe perfectamente, que no
lo habías decidido por mí. Estaba segura y tus palabras, me lo confirmaron.
Perdón desde aquí, a ellos, por sentir una
pizca de felicidad...
"SoloAlas"...
Me he sentido en tu piel, yo dejé a una pareja por el amor grandioso de otra, la incoparable felicidad es inigualable a otra sensación. Te sigo.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, suerte en ese amor grandioso y vívelo con toda la intensidad y siempre, como si solo fuera a durar un día.
ResponderEliminar