Fotografía y maquillaje Myriam Franco Perez.
Bailar para ti... 10.
Un sms, en mi móvil...- Esta mañana he vuelto a
verte, iba en bici, se me ha jodido el coche. Créeme, parecías una sirena en el
mar...
Fue leerte, supe que eras tú. Y mis bragas se
humedecieron, creo que cada vez que recordaba esa batalla a besos, me mojaba.
El deseo podía más que yo. La risa tonta, el buen humor, parecía más niña
pequeña que, cuando tenía siete años.
Preparaba todas mis coreografías en el aire, sonriendo
y riendo, aunque la canción fuera lenta. Mis compañeros de la disco, se
quedaban con la boca abierta. Incluso besaba a todo el mundo, jajajaja.
Tenía ganas de gritar, alto, muy alto, contarle
a todo el mundo lo que estaba sintiendo, incluso bromeaba con el sexo,
redactaba poemas cortos, tontos, pero que me hacían partirme de risa al ver las
caras de los que me oían.
Mensajes y más mensajes, cada vez subían más el
tono, yo no me atrevía a contestar, o mandártelos yo, por miedo a que, te
pillaran, si no, te hubiera mandado doscientos diarios...
Solo esperaba una señal, una cita, un te veo
hoy o ven y saldría corriendo.
Tu boca se convirtió en mi lectura de antes de
dormir, tu mano en mi cadera, en el único pijama que quería llevar cada noche.
Una semana, siete días enteros, con sus noches
y hacía tres, que no sabía nada de ti. Me había rendido un poco, pero seguía deseándote
con todos los poros de mi piel.
Te mandé uno, atreviéndome, muerta de miedo...
Porque lo que he soñado, se haga realidad en tu
piel.
La respuesta... el silencio, tocaba esperar, a
veces lo que tú sientes, aunque te parezca increíble, el otro ni lo ha captado
o puede controlarlo mejor que tú o lo tapa, a saber...
Así que aquella madrugada, me fui a la cama, sintiéndome
completamente helada, llena de dudas, señalándome con el dedo, mientras me
llamaba una y otra vez, idiota, idiota.
Y me dieron ganas de buscarte, calentarte al
máximo y cuando ya no fueras hombre, solo un muñeco en mis manos, arrojarte por
la ventanilla del... ahí te quedas y salir sonriendo y contoneando mi culo.
Pero las emocionales, solo arrojamos en última
instancia... pero cuando lo hacemos, puedes jurar que lo hacemos con estilo...
Salí aquella mañana, tarde, sin apenas dormir,
me pensaba matar corriendo los cuatro kilómetros que me llevaban a la playa y
eso hice. Corrí con más fuerza, apretando en cada zancada, haciéndolas mas
largas, más rápidas, castigándome, sintiendo mi pecho golpearme y calambres
fuertes en las piernas, pero me lo merecía.
Cuando llegué al paseo, casi ni podía respirar,
el dolor en el lateral, hizo que doblara mi cintura, no podía abrir los ojos
por culpa del sudor. Y el sol, ayudaba a mi castigo.
A punto de vomitar, varios minutos para
recuperarme, hasta que conseguí arrastrar un paso lento, poco a poco. Mis
pulmones se normalizaron, mi estomago se asentó y lo único que sentí fue una
sed terrible, sed de agua y sed de ti.
No podía creerlo o la carrera me había
producido una lesión cerebral o te estaba viendo apoyado en el capó de tu
coche, mirándome, sin dar un solo paso. Iba a morir delante de tus narices y tú
incluso te atrevías a partirte el culo de risa...
La misma rabia me hizo mantener la dignidad y
te sonreí, por no decirte, vete a tomar por culo, guapo...
Y eso provocó una carcajada sonora, menudo
capullo estabas hecho...
.- ¿ Voy yo a besarte o vienes tú?... voy yo,
pero a partirte los morros, eso pensé.
Te acercaste como un león, como un demonio
enfermo, al que no le importaba, ni la gente, ni el día, ni que yo estuviera
hecha una facha y llena de sudor.
Y me comiste la boca...
A eso se le llama comer la boca, porque no
tiene otro nombre, eso no es un beso, eso es morderte los labios, tragarte la
lengua, beberte la saliva, apretando fuerte mi cuerpo contra el tuyo y rozando
tu pene erecto por mi pubis, casi haciéndome daño.
Pero el dolor era de ganas... Te apoderaste de
mi culo, metiendo las manos incluso por debajo del pantalón corto, elástico.
Yo me elevaba un poquito de puntillas, para
rozarte justo ahí con mi pubis.
Nos comimos el cuello, gimiendo como locos.
Ahora sí, me echaste al lateral del coche,
mientras intentabas follarme con ropa, tocándome el pecho por encima de la
camiseta, mordiendo lo poco de piel que dejaba al descubierto el escote.
Subías y bajabas y no me quedo otra que
rodearte con mi pierna la cadera, para apretar más, acercarte más, notarte más.
El claxon de un coche, los silbidos y aplausos
de los que iban en el, nos devolvieron parte de la cordura.
Tiré de tu mano para llevarte hasta la playa,
esta vez si te bañabas conmigo...
"SoloAlas".
hija de mi vida jajajaja que sensual llegas a ser
ResponderEliminarGracias, creo que es una cualidad que tenemos todos, pero schhhh, algunos la llevan en secreto, besos.
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