"SoloAlas"

Y no soy para nada un... ángel. Aun sigo viva.

viernes, 26 de abril de 2013

Bailar para ti... 25 y 26. THE END.

Fotografía y maquillaje de Myriam Franco Perez.




Bailar para ti... 25.

Poco a poco, gotita a gotita, mi cuerpo se normalizó y fui asumiendo las perdidas, aceptándolas y adaptándolas a mi vida de aquel instante.
A Anastasia, no la perdí del todo, solo su cuerpo físico. Puedo sentirla en el centro del pecho. Y si quiero verla, solo tengo que cerrar los ojos y acudir a nuestro amor, aparece y a veces hasta la oigo olisquear.
A ti, te aparqué en un rincón de mi corazón, con todo el dolor que produce cerrar la puerta y dejar dentro, todos los sentimientos.
Si alguien no entiende la frase anterior, es porque nunca ha cerrado puertas con amor, cualquiera que lo haya vivido, haya sido él o no, quien dice adiós, sabe perfectamente de lo que hablo.
La impotencia es una constante, esa se te cierra a las muñecas, impidiéndote actuar para que no haya más dolor.
La esperanza, está brillando intensamente y lucha contra la realidad, sabiendo que debes matar a esa luz inmensa y cuesta tanto matarla... está alimentada de ilusiones, de amor, de deseos, de sueños, de sonrisas y suspiros... Similar a, matarte a ti mismo.
Eso lógicamente, produce rabia y la rabia, lleva a la culpabilidad de sentirla. Son procesos muy difíciles de controlar, una batalla cruenta, interna, que mantienes contigo mismo.
Hasta que llega la resignación y te entregas a ella, desarmado y con las manos en alto.
Aceptar, aprender y avanzar. La verdadera vida.
Pero todo tiene un final, ese proceso también, el famoso túnel, con la luz al final. Lo vivimos más de una vez y dicen que a la hora de nuestra muerte, es nuestro último camino.
A veces el proceso dura toda una vida y hay que retroceder continuamente, para solucionar el problema, porque si no, nunca tendrás paz interior.
Por eso, calma, no hay que precipitar las cosas, por muy largo y duro que se nos haga, tenemos que aprender...
Eso no significa que debes anularte, que no debes ilusionarte con otras cosas, al contrario, cada ilusión nueva, es un motivo más, para seguir viviendo y la vida, es un regalo, no lo malgastemos. Eso me lo digo a mi misma, a diario, para no perder la fe.
El verdadero cambio del mundo, anular lo que está matando a nuestro planeta, comienza desde nuestro interior, de a poquito, hacia fuera.
No nos sirve de nada gritar injusticias externas, si cuando nos ocurren en el pecho, no las queremos ni oír.
Cree en ti, en tu poder, en tu fuerza, en tu belleza interior y hazlo real, día a día, tú sanarás, el mundo sanará.
Yo, escribo, porque a veces solo necesitas expresarte. Intento matar mi miedo a hablar y hasta ahora, es lo único que he encontrado para hacerlo.
Por eso debo continuar con mi historia...
Teníamos que montar el espectáculo y yo era la encargada de elaborar primero un guión, la historia, lógicamente, lo que vive en ti, es lo primero que aflora. Luego buscaríamos a los personajes de la historia, en este caso bailarines especiales y por último el proceso comercial y de marketing, para vendernos y lo mejor para ello, es creer ciegamente en lo que estás haciendo.
Los vendedores de pócimas mágicas, que no eran tales, solo duraban como mucho cuatro mercadillos, la gente no es tonta y acaba reconociendo las mentiras.
Aunque curiosamente a nuestra historia, a la de la humanidad, durante dos mil y pico años, nos han vendido una pócima mortal, mintiendo continuamente y seguimos comprándola.
Quizá sea verdad eso de que, nuestro destino sea, acabar con nosotros mismos...
La historia estaba clara, sexualidad, ya que era un espectáculo erótico, toque de humor necesario para seguir sonriendo... y yo, lo necesitaba más que nada en el mundo, y como no, nuestra historia, la que acababa de vivir, camuflada en el interior. Era inevitable, cualquiera que sea creativo, sabe que cuando las cosas afectan de verdad, de alguna manera afloran en el trabajo y los hace reales y auténticos, creíbles, sobre todo, porque lo son.
Cada madrugada, me despertaba creando. Es la hora de mi musa y me dejaba llevar por el pecho, por las tripas, por las lágrimas, por las risas, pero sobre todas las cosas, por el amor... Pues lo sentía vital, en el pecho y no solo lo sentía por ti, lo sentía por el amigo, por los niños, el mar, la vida...
Creía en mi y de nuevo, la esperanza renació, pero por mí, por mi vida. Y mi meta, fui yo, sin dejar de perder mi esencia. Aunque dudé de mi misma, muchas veces. Temblaba de dudas, tenía que volver una y otra vez atrás. Revivir y reconocer los motivos por los que había actuado y en todos vi la misma respuesta, amor.
Lo que yo llamo, acicalar mis alas.
Puesto que son las primeras que sufren, se dañan, se estropean y a veces hasta se rompen del todo, mima tus alas... eso hice.
Y nació el espectáculo, el nombre, estaba claro... El "SoloAlas"...


Bailar para ti... 26. THE END.

Primero porque era un reto, un enfrentamiento al mundo que, no quiere reconocer el erotismo y la sensualidad, como algo natural. Es nuestro método de apareamiento, como lo tiene cualquier animal y además es placentero, produce sensaciones únicas. ¿Por qué no tratarlo con el respeto y la libertad que se merecía?. Sobre todo respeto, respeto entre adultos. Siempre con el consentimiento de ambas partes. SIEMPRE.
No a la pederastia, no a las violaciones, no a los chantajes para conseguir sexo, no a las mentiras para conseguirlo, no a la prostitución infantil, no al comercio sexual obligado. NO.
Nunca te rindas, no, porque al doblar la esquina, puede estar la respuesta, puedes tenerla a un paso, o a mil, pero sigue...
Es tú sentido... el propio.
La historia del espectáculo, será para otra ocasión...
Bailar para mí, es lo que hecho desde entonces.
Bailé y disfruté de la isla. Me enamoré de ella y con ella, de sus amaneceres, de los acantilados, de sus gentes, de su mar, recordando en cada instante el mío, de sus pueblos, llorándole al mío. Doce años...
Durante mucho tiempo, te lloré a ti, por la perdida. Porque me reconocí a mí misma, que por lo que fuera, ya daba igual.
Había perdido a un gran hombre, que vi, durante aquellos meses, entregar y entregarse a los demás y a la vida, claramente.
Perdí a un gran amante, que se dio a mí, con la misma intensidad y fuerza, que lo hice yo.
Perdí al amor, aunque fuera yo sola la que lo sintiera, me costó mucho rendirme ante la evidencia, no quería verlo.
Al amigo, aquel que me apoyó, consoló, ayudó, oyó y me abrazó, aunque fuera a escondidas, me abrazó.
Y a la persona, al padre, hermano, hijo, hombre luchador, agradable, simpático, risueño, que se derretía con sus hijos, que creía y tenía su propia fe.
Las alas negras, aquellas de las que tú me hablabas, no eran tan negras créeme, llevaban corazoncitos rojos. Aunque tardé en verlo.
Lo nuestro duró seis meses, seis días, tardé en olvidar al hombre, seis semanas, al amante, seis meses, al amor, seis años, al amigo y harán falta por lo menos seis décadas, para olvidar a la persona.
Ayer paseando por mi pueblo, a mi regreso, te volví a ver y volví a sentirme orgullosa de ti, tú no me viste...
Paseabas abrazado a tu amor, ella sonreía abiertamente, me gustó su cara y la tuya... sobre todo. Había niños, guapos y risueños. Me recordó al instante de tus canciones, esos en los que te entregabas cantando y sin querer, no pude evitar sonreír abiertamente, incluso reí.
Si sirve de algo, me perdoné y te perdoné... Te deseé lo mejor y me lo deseé, desde el corazón, porque ambos, lo merecíamos.
Y me consoló ver tu felicidad. El dolor que pudimos causarnos, se redujo a nada.  Éramos los únicos que teníamos derecho a ello, tu y yo, nadie más.
The end...
"SoloAlas"...



2 comentarios:

  1. Eres inmensamente extraordinaria. Solo alguien con tus sentimientos puede expresarlo así. Y aunque pasen seis siglos......tus palabras y tu grandeza permanecera. Mucho más que SoloAlas.

    ResponderEliminar