"SoloAlas"

Y no soy para nada un... ángel. Aun sigo viva.

jueves, 18 de abril de 2013

Bailar para ti... 17.

Escultura esculpida en piedra, representa a una muchacha campesina con pañuelo en su cabeza y que permanece  dormida apoyada su cabeza sobre un haz de mies.
La obra fue premiada con la medalla de plata de la II Bienal de Pintura y Escultura de la ciudad en 1963. Posteriormente fue donada por el escultor a la ciudad.
Autor: Enrique Galcerá
Año: 1963
Materiales: Piedra






Bailar para ti... 17.

No puedes describir lo que se siente, cuando descubres la magia, cuando todo lo que estás sintiendo te sorprende, te confunde, te asusta y te atrapa, y aun sabiéndolo, no quieres, no puedes, no te permites, olvidarlo y huir.
Había leído del amor, le había escrito versos, bailado canciones, dedicado sueños, suspiros, grandeza, espacio en mi vida y aun haciendo todo eso, durante muchos años, muchísimos... me había quedado corta.
Había leído historias sobre héroes que rescataban a sus princesas, valientes y poderosos, fuertes, guapos, hombres incansables, que dominaban la espada con gran maestría, montaban a caballo como grandes jinetes, de espaldas anchas, brazos fuertes, ojos azules como el cielo, melenas al viento, mentones duros y masculinos... A tu lado, se me quedaban en cromos, simples pegatinas con las que adornar una carpeta.
No eras nadie de ellos, pero créeme, no te hacía falta, algo en tu interior, tu Dios interno era inmensamente más poderoso que todos los de aquellas simples hazañas. Tu Dios había derrotado el miedo de una mujer rota, rota por completo, sin posibilidad de entrega, empeñada en hacerlo pero a la que le faltaba el valor real, demasiada palabrería, demasiados sueños por lograrlo, pero a la hora de lo real, un mínimo gesto de peligro y esta mujer, salía corriendo despavorida.
No me había encontrado con hombres superficiales, había sido yo, las que los había mirado tanto con lupa, sus acciones externas, que a la mínima, por miedo a sufrir, les había descartado sin un atisbo de culpabilidad.
La contradicción forma parte de lo humano, muchos coherentes y razonables, cautos, esperan y esperan, señales y más señales y seguro que esa es la clave, señales reales, yo estaba esperándolas.
Y si te pones a pensar, cuántas vidas se habrán acabado esperando, da pánico y terror, solo imaginarlo.
Si luchamos por formarnos, por tener un trabajo digno, por conservar un entorno estable, una vida tranquila, tener un techo, comer a diario, si le sumas a que en ello tienes ambición y todo eso es lícito, todo se ve normalizado, porque lo hace todo el mundo. ¿ Por qué es pecado luchar por los sentimientos? y tener ambición en ellos, si todos los tenemos... ¿ Por qué soñar que te amen y amar, con una luz inmensa, es de locos? y sin embargo a escondidas, cuando nadie nos ve, suspiramos por ello.
Solo está permitido en la adolescencia y a esa edad, es cuando menos se está preparado emocionalmente y cuando más claro lo tienes. ¿ No es una contradicción?.
Así, decidida y con la fuerza de Xena, aquella noche, te mandé un mensaje al móvil.
.- No te pediré nada, nada en absoluto, pero hay una condición, no me pidas que no me enamore, porque no puedo jurarlo, sería mentirte y mentirme, así que no pienso controlar algo, de lo que contigo, no soy capaz.
Ni era capaz, ni estaba dispuesta, ni quería, ni me daba la gana, porque me puse en el caso de que, entraba a la consulta de un medico y me decía, te queda un mes de vida, que quieres hacer, mi respuesta fue... AMAR.
Puede parecer catastrófico, ponerse en lo peor, pero es que acaso eso no es... real.
Tu contestación... esa, me la guardo para mí.
Me di un baño de humildad y espuma, con olor a vainilla, a la luz de las velas. Con una copa de vino en la mano, dejándome llevar por la paz.
Salí del baño con la piel completamente arrugada, la copa vacía y las velas consumidas.
Así, desnuda y aun mojada, sin secarme, como hacía poco menos de veinticuatro horas contigo, me fui a dormir, a soñar entre sabanas que olían a pasión y que no pensaba cambiar en mucho tiempo...
Enterré la cara en la almohada, aspiré y deseé, deseo cumplido...
Cerré los ojos, pensando en ti, en tus manos y acabé acariciando mi cuerpo.
Rozando lentamente mis pezones, reviviendo la sensación de tus dientes y tu boca en ellos, paseé mis caderas, entregándome a tus caricias, caricias que ya conocía... Sentí de nuevo con la misma fuerza, como me estrechabas en cada impulso, acercando al máximo nuestros cuerpos. Sobre todo cuando estabas muy dentro de mí, tu brazo se apoderaba de mi espalda y empujabas con todo tu cuerpo, con pasión y con tanta ternura, que era imposible, estar más unidos.
Mi boca se hacía agua, pensando en el manjar que eras. Busqué donde mi latido se hizo más constante, recordándote. Mis dedos jugaron a ser tu pene, tu boca, puedo jurar que me supo a poco, después de haberte probado realmente, pero cerré más aun los ojos y te sentí de verdad...
Así decidida y entregada, llegue al orgasmo.
Decidida y convencida de que nuestras pieles ya se amaban, nuestros cuerpos se adoraban, nuestros adornos físicos, encajaban perfectamente.
Nuestras pieles habían descubierto, lo que nuestras energías internas, ya sabían desde el principio...
"SoloAlas"...


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