"SoloAlas"

Y no soy para nada un... ángel. Aun sigo viva.

domingo, 18 de octubre de 2015

"SoloAlas". El arte del erotismo. 6




Ni siquiera la buscaba y la encontré... Selena.
Entrevistando a chicas para la sala Árabe, la conocí a ella, no daba el perfil para nada, buscábamos chicas rubias, que supieran danzar…
Recuerdo exactamente el momento en que la vi, estaba sentada en un sillón de la entrada. Patricia me había avisado de su visita. Me dijo textualmente.- Esta no sirve, nena.
Se frotaba las manos de puro miedo… pelo negro, uf, no me sirve… aun así me acerqué a ella y de pie, me presente:
Levanto su mirada y me quedé sin aliento, sus ojos de un gris casi plata, enormes, llenos de misterio, ojos en los que me perdí segundos que parecieron años. Sin mover los labios, me habló, me contó de ella misma, todo, absolutamente todo y solo con mirarme.
Ella paseaba por la vida completamente desnuda: Sin adornos...
Paseamos por esta vida, a veces con pasos lentos, otras, tan rápidos que le ganan el pulso al tiempo.
Vamos adornándonos el cuello... con collares engarzados de lágrimas.
Con broches que nacen del pecho, broches brillantes llenos de latidos.
De pendientes... besos perdidos.
Como Carmín... las bocas que a veces incluso ni deseamos, ni amamos.
Te llegas a vestir con el orgullo, con la pena, con la ilusión y la maldita desilusión...
Por zapatos... a veces unos que pesan tanto que te rompen los tobillos y otras, zapatillas de ballet, que hacen que te eleves danzando al cielo.
Pero muy pocas veces, muy poquitas, tan poquitas que apenas la recuerdas... Paseas completamente desnudo, al antojo de los vientos...

Selena, lo hacía continuamente, iba deambulando por la vida, completamente desnuda, no percibí ni tan siquiera sus alas. Pero eso me cautivó.

No sé en que momento volví a la realidad, solo sé que pasamos a mi despacho. Sin decirle nada, se desnudó frente a mi, mirándome directamente a los ojos, retándome con ellos, habló con terror…- Tengo que desnudarme, ¿verdad?…

No tenía un cuerpo irresistible, era más bien una chica de belleza normal, con pechos medianamente corrientes, algo caídos, unas curvas poco definidas, piernas cortas. De espaldas, tampoco decía nada…

Pero su cara, sus ojos, su mirada, me estremeció... era tan pura, que dolía mirarla… tan honesta consigo misma, que asustaba… A esa chica no la había herido el mundo, ni la vida, ni el amor y si lo había hecho, lo había perdonado todo y era una valiente, una heroína a pecho descubierto. Si vas a apuñalarme, déjame presentarme, hablarte de mí, de lo que soy, de quien soy, de que pasta estoy hecha. Déjame que derrame mis sentimientos a tus pies.

Le pedí que me contara cosas de ella, eso hizo. Hablaba primero con timidez, sobre cosas tan vánales, que ni tan siquiera yo la escuchaba, mis ojos se pararon en los suyos. Recogía información suelta, familia de clase alta, no había trabajado nunca, estudiaba… Y de pronto una frase que me taladró el pecho y el cerebro.- Soy virgen. Y estoy segura de que he nacido para la seducción, para el erotismo, que sé derramarme entera y entregarme completamente, por nada. Simplemente, por hurgar en la debilidad humana, experimentar con ella y...
¿En estos tiempos, una chica con veinte años?, imposible…, esa frase me devolvió a la realidad, mi cabeza se llenó de preguntas y una sola respuesta, no puedo permitir que trabajes aquí, no puedo dejar que te envenene la vida, mucho menos que yo sea participe de ello… que mi “SoloAlas” te arrastre del cielo al suelo.
Le dije un...- No, rotundo, sin dejar de sonreírle, porque no podía evitarlo, porque me recordó a mi misma, jovencita, metida en mi burbuja de cristal, burbuja que rompieron con bates de hierro y a patadas…
Cielo.- No voy a permitirlo… Cielo…
Su respuesta fue clara y concisa…- Tú te lo pierdes. Dejó de sentir miedo y completamente desnuda se acerco a mi, yo me mantuve sentada... a duras penas, levanto con un dedo mi cara y me besó.
Lo hizo suavemente, su boca era húmeda, dulce… fresca, su lengua atrevida, sus dientes juguetones. Intenté levantarme, extasiada completamente, pero reafirmó mi cuerpo con el peso de su mano, aplastando mi hombro. Más erotismo en ese beso… imposible, gemía muy suavemente. Vi su debilidad en un instante fugaz y llegó mi momento, tenía que demostrarle lo duro que puede llegar a ser esto.
Me levanté de golpe y fui yo quien la besé, con pasión. Sin darme cuenta, estaba húmeda, acaricié sus pechos. En mi interior, esperaba una retirada a tiempo, pero se mantuvo firme, respondiendo a mis caricias… arqueando la espalda, pidiendo más. El tacto de su piel, era similar al de las nubes… seguro.
Mi mano bajó a su ombligo, dibujé círculos con la yema de mis dedos… ella seguía allí, permanecía segura, respondiendo a mis caricias, comiéndome el cuello.
Me dije… ahora te vas a enterar. Mi mano bajó a acariciar su pelvis, su vagina, me sorprendió darme cuenta... que era agua líquida. Introduje mis dedos, mientras jugábamos con nuestras lenguas y caricias en los pechos, ya no había reto, solo deseo… más y más.
La elevé, la situé encima de la mesa del despacho y mi boca disfrutó de cada centímetro de piel. Al llegar a los pechos, mi lengua saboreó sus pezones, pezones dulces… surqué con la boca el rastro que había dejado mi mano, mi dedo, hasta llegar a su clítoris.
Nunca supe a que sabe una mujer… hasta ese día. Me supo al cielo, lo juro, disfrute tanto comiéndomela, tanto como ella, que llegó a tener el primer orgasmo sin estar a solas, allí mismo, en mi despacho, encima de la mesa, en mi boca...
No pude parar, yo no estaba en este mundo, no pude pensar en nada ni nadie, vida… Ella me transportó al cielo. Regresé a su boca, para besarla, su boca me supo al mar, sus lágrimas habían muerto en ella. Retiré la cara para ver si lloraba de pena y no… ella sonreía… es placer, al igual que yo… a veces no podía evitar llorar después de un orgasmo.
Casi sin aliento, pegada a su boca y sin saber porqué, le dije… estás contratada. Ella me besó dulcemente en la frente, sonrío y me dijo.- Gracias vida...
Allí parada, sin creerme aún lo que había pasado en mi despacho, solo pude mirar perpleja, como se vestía sin dejar de sonreírme… tímidamente.

Antes de salir de allí, me besó en la cara, como diez besos.- Gracias, gracias, gracias. Incluso pegaba saltitos.- Gracias por todo, incluso por… esto. Y salió de allí gritando, como quien ha ganado una lotería, yo no entendía nada, pero de aquel instante, de Selena, nació la sala…Cielo.

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