"SoloAlas"

Y no soy para nada un... ángel. Aun sigo viva.

martes, 20 de octubre de 2015

"SoloAlas" El arte del erotismo. 9



Nos faltaban salas, ideas las teníamos todas, pero los metros del “SoloAlas”, a pesar de ser inmenso, eran limitados…
Patricia y yo teníamos las cosas muy claras, si nos habíamos metido en aquel lío, si habíamos apostado, era para hacerlo bien, para dar el toque único y especial que  ningún lugar del mundo tuviera, pero incluso llegamos más allá, llegamos al cielo y ahora debíamos adentrarnos en el infierno.
¿Sabíais que en el infierno, existe un sótano?. Es un lugar tan oscuro y profundo, que cuando te adentras en él, desaparece el miedo, para dejar paso a tu tortura consciente. Llegas a acariciar las sombras a sumergirte en ese fondo, para exprimirte y llorarte.
El sado, merece todos mis respetos, las personas que lo practican suelen hacerlo por morbo, muchas de ellas porque creen merecer un castigo, otras porque el dolor dulce o el poder les excita. La mayoría de las personas, no tienen ni idea del respeto enorme que existe entre quienes lo practican y disfrutan, rozan el dolor sin herir o someterse a él, sabiendo diferenciar el placer, de la vida cotidiana.
Los términos, sadista y masoquista, en el “SoloAlas” estaban prohibidos. Para nosotros eran... amos y sumisos.
Ya teníamos nuestro cielo, queríamos un pequeño infierno, un infierno en el que el castigo era el placer, infierno en el que la tortura era un orgasmo tras otro, hasta perder casi la conciencia….
La Sala infierno…
El color reinante en el sado, todo el mundo sabe cual es… negro. Imaginamos el infierno, con ríos de lavas, el fuego y las cadenas, los lamentos y las almas pérdidas, sufriendo.
Nuestro pequeño infierno, era un lugar lleno de magia, en el que las llamas eran oro, las cadenas jamás presionaban hasta hacerte sangrar, los ríos eran de champan,  y las almas danzaban gimiendo, suspirando, incluso gritando por puro placer…

Paredes en negro, paredes que lloraban oro, lágrimas doradas que nacían en una y otra parte y morían en el suelo. Un suelo tapizado en negro profundo. Del techo colgaban finas cadenas del mismo dorado, cadenas que eran usadas para los rituales.
En la pared central… un ángel apiadándose del demonio,  podías percibir el amor y el dolor en los ojos de ambos.
Bajo el dibujo central, nuestra camilla de las torturas, una camilla colocada verticalmente, en la que se situaba, encadenando de manos y pies a los placientes o alguna de nuestras musas sumisas.
Una petición en oro, en el lateral izquierdo, una petición que parecía bailar las letras.
Me parece mentira...
Que tus ojos sepan mirarme así... sensual
Me parece increíble que tu boca sepa a miel y a mi piel
Y sé bailarte a oscuras, en mi habitación sin que estés
Ven a mí y cállame la boca con tus besos
Ven a mí y tápame las ganas con tus brazos
Pisa mi verdad y demuéstrame que el amor existe
Que las historias tienen finales felices, dulce...
Que dentro de mí balancees tu cuerpo así
Ven aquí y cúrame las heridas a mordiscos suaves
Ven aquí y cruza mi piel para quedarte en mi alma
Me parece tan irreal que me hagas tocar las estrellas
Arrástrame por el cielo, hazme volar el sobre el mar
Apuñala mis miedos y derrótalos con caricias
Ven aquí y quédate a dormir dentro de mí
Ven a mí y mátame de amor
Demuéstrame que se puede torturar con la lengua y...tortúrame
Acompáñame a descubrir el infierno a besos... debajo de mis sabanas
Llévame al limite de la locura empujando suave, una... dos y mil veces
Ven a mí y encadéname a tu cuerpo
Mientras me penetras y sacúdete la rabia conmigo
Ven a mí, seduce, muerde y párteme en dos
Róbame el corazón y los sueños húmedos
Llora tu dolor sobre mis pechos...  que yo lameré tus lágrimas
Acerca tus caderas a las mías, y baila mi sexo...
Ven aquí...

El mobiliario era escaso. Futón en oro, espejos de fondo amarillento, que imitaban las siluetas de llamas…
Sofá tapizado en un exquisito terciopelo naranja fuerte y como mesa central, una plataforma de cuero negro, de forma ovalada.

Una bañera de porcelana en el mismo tono del sofá, de medianas dimensiones. Bañera colmada de champan.
Pequeñas pepitas doradas, esparcidas por el suelo…
Olor a incienso afrutado y al aceite utilizado… aceite de cítricos.
En una de las esquinas de la sala, una escalera de bajada, la bajada al sótano del infierno...

En principio era un pequeño sótano del edificio, de apenas unos treinta metros. Quise que perteneciera a la sala Infierno, no se decoró, no le dimos luz, solo la que se colaba por la abertura del techo a la sala, no había muebles, solo un sofá que apenas se podía adivinar. Ni siquiera sabía para que lo utilizaríamos, pero allí estaba... El sótano del infierno.

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