"SoloAlas"

Y no soy para nada un... ángel. Aun sigo viva.

jueves, 15 de octubre de 2015

"SoloAlas" El arte del erotismo. 2




Para hablar del “SoloAlas” tendría que describir cada detalle. Costó tanto. Una batalla personal, un reto y la gran dicha de realizar un sueño, de cumplirlo...
Salas ambientadas y recreadas. Erotismo, música, olor, color y ritual.
Creativos de la talla de Oscar´s Moreno, que plasmaron su arte, en cada sala. Paredes con sus dibujos y frases escritas por mí…
Abrí mi boca, busqué su lengua y perdí mi guerra…
Un local en Marbella, tan lejos… teníamos que hacer sesenta kilómetros diarios, por carretera, pasar casi quince horas trabajando en la decoración, en las ideas creativas, dedicándole el mayor mimo y respeto a cada sala. Para después realizar aquellos mismos sesenta kilómetros de vuelta, seguir luchando por mis hijos, devolverles ese tiempo diario que les estaba robando.
Un edificio acristalado, de dos plantas y un parking subterráneo, único y exclusivo para placientes, todo totalmente reformado y trasformado.
Fortaleza de cristal con una cascada rodante de agua, en la parte izquierda. Desde la carretera, al mirarlo ya te atrapaba.
En el interior, un recibidor inmenso, con el gris de los cielos nublados en paredes y suelo enmoquetado. Luces bajas, discretas, la cristalera ya nos regalaba la luz antojadiza del día o la oscuridad intermitente de la noche.
Teníamos dos recepciones, una oculta, en la que recibíamos directamente a los placientes que subían en los ascensores internos desde el parking. Eran atendidos y llevados a unas pequeñas salas de espera individuales o directamente a sus salas, para que nadie los viera, ni se cruzaran con otros placientes. Y la gran recepción, situada justo en la entrada, para despistados, atención a llamadas y citas, etc.
Todo el edificio bordeaba girando en torno a un jardín Zen interno y central.
Jardín, totalmente acristalado, paredes y techo. Nos llenaba de luz, esa famosa luz interna que todos tenemos, también mi "SoloAlas" la tenia...
Un laberinto de pasillos internos y externos, con las salas como cuerpo y la piel de cristal, que se mantenía latente y vivo, gracias al corazón... nuestro jardín.
En el pasillo interno, al admirar el jardín a través del cristal, sentías la necesidad absoluta,  de querer perderte en el. Perderte para encontrarte, encontrarte contigo mismo y pedirte perdón por tus pecados.
Por el efecto espejo de los cristales internos, el mar de arena, los setos y sauces, las rocas, se multiplicaban, haciéndote creer que era inmenso, interminable. Y la misma sensación que tenías al mirarlo desde fuera, se proyectaba al infinito, se ampliaba sin fin, hasta que por cojones ocurría... Te encontrabas y si no perdonabas, al menos entendías...
Lo creamos para nosotros, para esos días grises internos, para descansar el alma. Cuando alguien vive las cosas tan intensamente como yo, lo bueno y lo malo, necesitas pedirte perdón y consejo, muchas veces.
En un lugar de la mancha de cuyo nombre no quiero acordarme...
De la mancha interna, de lo más profundo de mi ser, ahí justo donde más
duele...cuando duele.
Desde la famosa luz interna. Allí donde se encuentra, la esencia de tu persona.
Busca, desentierra, araña y sé honesto, sobre todo contigo mismo.
Es la única fórmula para arreglar los defectos de fabrica, para solucionar tus noches de insomnio, sentirte bien contigo mismo.
Allí donde reside el perdón, la humildad y la desnudez...
Donde las verdades te apuñalan sin miramientos.
Ten los cojones de mirar a esa verdad, de cara, aunque te dé miedo.
Aterroriza, pero es la única fórmula. Y el miedo no es malo, el miedo es humano.
Viaja por la vida, con las máscaras que te dé la gana, pero frente al espejo, ten las agallas de quitártelas.
Ten la valentía de saber y hablarle a tu debilidad, de tranquilizarla y sobre todo no intentes derrotarla, solo aceptarla...

Crear el "SoloAlas", como tenía que ser, como consiguió ser, costó casi un año de trabajo. Aquel gran proyecto, me dejó total y absolutamente exhausta, pero… al admirarlo, mis alas crecieron y se elevaron, tanto que pude acariciarlo desde el cielo.
No manteníamos la filosofía, también respetable, de otros centros de masajes, en los que buscaban la conexión del cuerpo y la mente, mediante la relajación, llevándolo hasta el clímax, en un entorno místico y budista.
Era más bien un teatro con distintos escenarios, donde al igual que en los otros centros, buscábamos esa fusión, cuerpo mente, jugando con la imaginación. Un lugar mágico, en el que en cada rincón, se podía masticar el arte del erotismo y la seducción.
Me he regalado por una caricia, por una palabra de aliento, por un falso cariño, ahora lo hacía por dinero y por amor al erotismo, juro que me sentía menos puta.

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Siete salas, cada una con el encanto de lo que representaban. Una salita de masajes en camilla y nuestro jardín.
Fuimos creando una a una, con una idea original. Curiosamente adaptábamos, creábamos, cambiábamos, según la inspiración del instante y la intuición. Seguí los impulsos de mi corazón y las tripas. Al igual que cuando escribo.
Pasaba horas en las salas, intentando oír lo que sus paredes querían contarme.
En principio, decidir su origen y decidido ya. Nos embarcábamos en la tarea de la decoración. Inspirada totalmente, a veces por el dibujo, dibujo que con sus manos, iba creando Oscar, otras por la música elegida y el efecto visual que poco a poco, nos iba regalando la transformación de la sala.
Una de las mayores salas, a la izquierda de recepción...
Al entrar en ella, sus paredes grises y el suelo negro, no me decían absolutamente nada. Ni un rastro de luz.
Una habitación rectangular, de enormes dimensiones, con demasiado fondo... Parecía un túnel oscuro sin final.
La sensación instantánea, necesitamos luz, me ahogaba allí. Y no era por la gran cantidad de polvo.
.- Una ventana en esta pared lateral... lo primero que dije.
Patricia, lógicamente, me miró como quien mira a una loca.- Nena, esa pared da al pasillo exterior, ¿Quieres una ventana que dé a un pasillo?.
.- Si, el pasillo exterior, es un pasillo lleno de luz, por las grandes cristaleras, me conformo con ese poco de luz, pero la necesitamos.
Ya tenía toda la idea, una ventana de papel, al estilo de las ventanas de las casas chinas y japonesas, ventana que durante el día se alimentaría de la luz de las cristaleras, por la noche, sería alumbrada con luz artificial.
.- Mataremos ese fondo. Quiero un jacuzzi, de madera, con caldera incluida. Con un pequeño asiento exterior, donde sentar al placiente y otro interior, donde bañarle. Y justo encima del jacuzzi, plasmado en la pared central, quiero el dibujo.
A los lados del escenario central, dibujo y jacuzzi... Puertas correderas, también de papel. Dos habitaciones alumbradas a las luces de las velas, el baño ambientado, en la parte izquierda y la sauna en la derecha. La sala de espera de musas adosada a la sauna, camuflada por el efecto de las puertas de papel.
Cambiamos el suelo, madera clara, algún tatami tejido en paja, aquí y allí. Orquídeas, pétalos de flores esparcidos, con lamparitas de papel por el suelo, colocadas estratégicamente. Del techo, dos lámparas colgantes del estilo, en un rojo vivo...
Las paredes en tonos naranjas suaves, con grandes letras en negro, en perfecto japonés y en español...
Rezā umi: スキンの海:  Mares de piel...
A la izquierda de la sala, el servicio de té, (Cha-no-yu). Sobre un tatami, una mesa baja. Sobre esta y en perfecta armonía, colocados, el chawan (bol de cerámica japonesa), lleno de hojas de té, Camelia sinensis. El chasen o agitador de bambú y el chasnaku o cucharilla de bambú.
En el lateral contrario, en el suelo, el flutón extendido, cubierto con cubrecama de seda, en rojos, encima, cojines adornados con flores de loto, bordadas, en rosas suaves e intensos. A la cabeza y al lateral del mismo, dos grandes espejos, enmarcados en bronce tallado, mariposas en relieve... volando. Justo encima, en el techo, un gran espejo rectangular, con las dimensiones exactas del flutón.
Una habitación que te transportaba al oriente de las geishas.
La música... sintonías y melodías creadas con el koto, instrumento tradicional, acariciado principalmente por mujeres.
Nuestra sala nipona, se llamaría... Sala Sode...: alas traducidas en japonés.
Olía al perfume de mil flores exóticas, mezclado con el olor a aceite de argán.
Las musas, dos. Elegidas a conciencia, con rasgos orientales, no podía ser de otra manera...
Para elegirlas... no os podéis imaginar lo difícil que es encontrar a una chica que quiera trabajar en este tipo de trabajos. Hacía días que habíamos puesto un anuncio en prensa, solicitando musas, no quiero ni recordar el tipo de chicas que contestaron al anuncio. El resultado cero. Así que, tuvimos que echarnos a la calle, buscar lo que queríamos, por cualquier rincón.
Llegamos incluso a buscar en restaurante y bazares chinos...
Que curiosa es la vida, cuando más lo he necesitado, me ha echado un cable, muchos lo llaman casualidades, yo destino, porque una cosa si tengo clara, mi "SoloAlas", tal como yo lo quería y quise, era mi destino...
La cosas en mi vida se fueron dando una a una, para que ocurriera así. Estaba escrito y no fui yo, no fueron mis ganas, a pesar de ponerlas todas... fue algo mucho más irreal, especial... Mi padre.
No había manera de encontrar una chica con esos rasgos, que quisiera trabajar en ello, imaginaos, dos. Pues la encontramos, de una forma casual, sin esperarlo.
Andando por la calle, me quedé mirando fijamente un hombro tatuado hasta el brazo. El tatuaje era impresionante y destacaba mucho más, por la blancura de la piel de fondo y los pequeños toques de color rojo, en el.
Mis ojos solo miraban el tatuaje, me atreví a acercarme más, la chica miraba un escaparate. Sin poder evitarlo, me encantan los tatuajes.- Que pasada... no pude decir más.
Giro su melena, larga, extensa, negra y brillante, como la tinta de su piel. Ojos algo rasgados, de belleza oriental, posiblemente con alguna mezcla occidental, por el tamaño de sus ojos, eran enormes.
Con una leve timidez, bajó la mirada y la fijó en sus zapatos de tacón. Y susurró, yo apenas podía oírla, pero me pareció encantadora, exquisita.- Está hecho en mi país de origen.
En perfecto español, no podía pedirle más al destino, ya tenía a una de ellas, frente a mí. Justo delante de mis ojos.
Sonriendo sin parar, imaginando que ella estaba segura de mi locura, le dije que la necesitaba para un trabajo, trabajo especial. Le pregunté.- ¿Conoces alguna chica más con tu mismo, físico, tus mismos rasgos?. Manteniendo la mirada baja, asintió.
La invité a tomar un café, en el bar de al lado, le pregunte.- ¿Cómo te llamas?.
.- Isabel, es mi nombre español. Mi nombre original es... Neiko. Susurraba con firmeza, sin debilidad alguna, únicamente mostrando respeto. Mi Neiko...
Ella aceptó entusiasmada, en cuanto supo los detalles. Como compañera, nadie mejor que su propia hermana, aunque no eran hermanas de sangre, habían sido adoptadas por la misma familia española. Naimie, la silenciosa...
Y realmente eso era lo que buscábamos, para mantener el juego de la seducción. Al igual que en los rituales de las geishas, no debían mirar a los ojos del placiente y ser silenciosas. Utilizar solo pequeños gemidos y suspiros, como medio de comunicación, eso, las miradas bajas y la piel.
Para la selección de las musas, era imprescindible, verlas completamente desnudas. Y allí, en mitad de la sala a medio crear, las dos se desnudaron al unísono.
Dos cuerpos afilados y perfilados a conciencia. Dos bellezas de pechos pequeños, perfectamente moldeados. De piel casi transparente, curiosamente, con los mismos tatuajes, pero lo que una, tenía tatuado en la derecha... Neiko, la otra en la izquierda... Naimie.
Ambas tenían un dragón, que se arrastraba desde sus hombros, serpenteando por la espalda, hasta acabar en el pie.
Sus alas, alargadas, con dedos finos. Alas de dragón.

Una, un poco más baja que la otra, de bellezas diferentes. La cara de Neiko, su cabello, te dejaba sin aliento... sus culos, te mataban directamente, apuñalándote el corazón, con solo admirarlos.

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