Ahora lo tenía delante, soñando conmigo, soltándose de
apoquito las alas, al final él iba a volar mucho más alto que nadie.
.- Quiere mantener el lunes una reunión con nosotros. Aclarar
sus dudas y especificar lo que necesitan, su frase final al despedirse ha
sido... Encantado, y guiñándome un ojo... sin límites.
.- ¿Como sin límites, de gastos, de sexo, de qué?, puede ser
sin límites de todo o de algo especifico, David.
David encogió los hombros.- Eso mismo me he preguntado y
luego a ti. Porque él se ha largado sin aclararme nada más.
.- Bueno, el lunes lo sabremos, dame diez minutos, me ducho y
nos vamos, que te esperan tu mujer y tu hijo.
Y eso hicimos, nos fuimos de allí, pensando en el lunes.
Charlando en el coche sobre las posibilidades de aquella oportunidad, sobre que
podíamos ofrecerles. Y decidimos dejarlo en los kilómetros de vuelta, si no el
stress, nos pasaría factura.
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Llegó el lunes, la reunión era a la hora del almuerzo, nos
invitaba a comer a un restaurante cercano, para continuar con el café y la
gestión en la sala de reuniones del "SoloAlas".
Esta vez, no pensaba ir hecha una facha, ni mijita...
Escogí para la ocasión un traje de chaqueta entallada y corta
con pantalón que resaltaba las formas de mi culo, de corte clásico, en negro, con la camisa del
mismo tono, desabotonada hasta insinuar que... un botón menos y gloria.
Botín de tacón alto y abrigo largo, en el cuello una de mis
alas de plata, pequeñita. El pelo suelto y maquillada perfectamente. Guapísima.
Pero fue ver a Patricia y decidir que no tenía nada que hacer
ese día, con Patricia a mi lado, ella se llevaría todas las miradas.
Llevaba un vestido color tinto, idéntico al color de su pelo,
entallado, de cuello barca y las mangas hasta el antebrazo, con la falda por
encima de las rodillas. Con un pequeño cinturón del mismo tono con la hebilla
dorada. Los zapatos de tacón la gabardina corta, del mismo tono, con pequeños
detalles en oro.
Resaltaba su esbelta figura desde lejos, sus pechos... y es
que Patricia tiene unas tetas, naturales, enormes y bien puestas, que... quitan
el hipo de golpe.
David y yo, siempre coincidimos, pero sin acordarlo. Su traje
de chaqueta, camisa y abrigo largo, todo negro, igual que yo. La próxima vez,
también lo llamo a él.
Patricia bromeó...- ¿Ese es el uniforme para las reuniones?
Eso se avisa, leches.
Nos reímos los tres, ya era tarde, no podíamos cambiarnos, así
que, a tomarlo con humor.
Habíamos quedado a las dos en punto, era un restaurante
cercano, solo a un par de calles de allí. Diez minutos antes, decidimos no
coger el coche, no sabíamos si a esa hora, en el restaurante habría
aparcamiento.
Justo cuando íbamos a salir, un problema con una de las
chicas. Zaira se había lastimado un tobillo en un ritual. Y ese día teníamos la
sala Universo a tope.
Alguien debía llevarla a urgencias, Patricia no conducía, así
que me tocaba a mí, entre otras cosas porque el resto no podía dejar su puesto.
Era un lunes de carreras.
.- Iros vosotros, yo me encargo. Miedo me daba dejar a
Patricia sola, pero no podía abandonar a Zaira.- Procuraré estar aquí en el
café. Venga que es tarde.
No había tiempo para lamentarse de nada.- Sara, busca una
musa que actúe con Andrea, aunque no sepa bailar, que improvise y no cobres a
los placientes, nuestra parte, a modo de disculpa. Atiéndeles tú,
personalmente.
Sara, tía de retos, sonrió para calmarme.- Tranquila, sé que
lo dejo en buenas manos. Le di un beso y corrí a por Zaira, que estaba en una
de las salitas de espera de las musas, sentada, con hielo en el tobillo.
La llevamos como pudimos hasta mi coche y de allí a
urgencias, no podía arriesgarme a irme a un hospital de la seguridad social,
todos sabemos cómo funcionan, así que a urgencias de una clínica privada
cercana. Menos mal, porque nos atendieron enseguida, no era grave, una simple
torcedura, venda, antiinflamatorios, tres días de reposo y ya podría caminar,
lo de bailar ya se vería...
La llevé a su apartamento, eso fue lo malo, estaba a quince
kilómetros de Marbella, en la subida de una colina, retirada de la autopista,
por una carretera comarcal, que no había visto nunca, mientras ella me iba
guiando.
Conducía tensa, preocupada por el ritmo de la reunión y las
decisiones que se tomarían sin mi revisión, sin prestar atención al camino.
Mientras Zaira, me repetía continuamente que había olvidado sus cosas, su bolso
y su móvil... qué manía con los móviles, los chicos de hoy en día no saben
vivir sin su móvil.
.- No te preocupes, abre la guantera, coge papel y bolígrafo,
anota la dirección correctamente, llamaremos desde mi móvil para que manden un
mensajero, en cuanto paremos.
Con dinero, este tipo de problemas se solucionan en nada, por
el contrario, sin dinero, te quedas sin móvil, sin gasolina y tirada en mitad
del campo... Lo digo, porque lo he vivido, con el tubo de escape enganchado al
maletero, a las dos de la mañana, llorando y rezando, preocupada por mis hijos
que estaban con mi madre, sin saber qué hacer, pero mi destino actuó...
Dejé a Zaira en el pequeño apartamento, un edificio de dos
plantas, acoplado a la colina, de dos alturas diferentes, llenos de escaleras
externas, de estilo ibicenco, sin ascensor... imaginaos. Las tres y media...
Llamé para solucionar lo de sus cosas, mientras bajaba a toda leche esas
escaleras.
En tacones... no os podéis imaginar lo que sentía y todo lo
que maldecía.
Y de regreso ya en el coche, manos libres, llamada a David.-
¿Como vais?, llego en media hora creo... Esto está en el culo del mundo.
David, serio pero sereno.- No ha querido adelantarnos nada
sin ti. Hemos comido y hablado de cosas vánales. Vamos de vuelta andando Patri
y yo para el "SoloAlas", el nos ha dicho que cuando estés de vuelta
lo avisemos.
.- ¿Pero eso lo ha dicho enfadado o qué?, pregunté,
maldiciendo, no sabía donde coño estaba, había llegado a cruce de dos
carreteras, no tenía idea de cual coger, me cago en...
.- No, me he disculpado y le he contado la verdad, no tenía
mejor excusa. Fue la contestación de David.
.- Dame el numero de teléfono al que hay que avisarle, lo
llamo y me disculpo... después de salir de esta puñetera carretera.
David un poco alarmado por mi tono.- ¿Dónde estás?, ven ya.
Te has perdido... seguro. Ya te conocemos...
De la rabia y la impotencia, me despedí para concentrarme en
la carretera, decidir y dejar a mi destino actuar. Piensa, Cris... piensa.
A la mierda, la de la izquierda, soy de izquierdas, pues esa.
Menos mal... bajaba directa hasta una gasolinera, paré y
pregunté, en cinco minutos estaba en la autopista. Vuelta a llamar avisando que
en nada estaba en el "SoloAlas", y que yo llamaba al señor
Barrientos.
Su voz, fue un sí interrogante, pero que sí...
.- Buenas tardes, tardes de verdad. Soy Cris, en diez minutos
máximo estoy en el "SoloAlas" quería avisarle y así disculparme por
el imprevisto, personalmente, lo siento mucho.
.- No se preocupe señorita SoloAlas, nos vemos en esos mismos
diez minutos. En tono burlón.
No, otro que me llamaba señorita SoloAlas, pero por favor y
encima cachondeándose, igual que... en fin no quería recordarte, no sabía nada
de ti, desde el sábado.
Llegué, por fin, giré la puerta de entrada al aparcamiento
exterior. Respiré hondo, ya estaba en casa.
Estaban en recepción, odio que la gente se quede en recepción
y lo saben, debe estar despejada, totalmente.
Es una cuestión que tuvimos que estudiar y organizar para que
no pasara. La mayoría de los placientes no quieren coincidir, ni encontrarse
con nadie, para ello el parking interno, solo para placientes. Los ascensores
de subida desde el parking y las salas de esperas individuales en el interior
de la recepción oculta.
Solo con ver la cara que puse, se quitaron todos de en medio,
solo las recepcionistas, David y Patricia que coqueteaba descarada con Daniel
Barrientos.
Daniel Barrientos, debía tener un par de años más que yo,
unos cuarenta y cinco, con buen físico y buena genética. Media más de uno,
ochenta, porque era un poco más alto que David. Enfundado en ese traje de chaqueta
y abrigo, solo podía apreciar que sus hombros eran anchos. Pero si os soy
sincera, a mi eso en un hombre, a estas alturas me da igual.
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