No
podéis imaginaros la de sensaciones que tuve en aquellas primeras semanas.
Necesitaba escribir más que nunca. Me moría por gritar de orgullo. Por elevarme
al cielo, sentarme con mi padre, al ladito de él y contárselo sonriendo, loca
de alegría.
Me
lo imaginaba... si estuviera vivo, sonriente por la calle, como cuando algo le
hacía sentirse orgulloso, con una tarjeta mía en el bolsillo. Contándole al
mundo entero, lo que hacía su... Cristi. Segura de que él, no me hubiera
juzgado, todo lo contrario.
Me
lo imaginé en una de aquellas salas, de joven, con mi madre. Sabiendo lo
emocionales y soñadores que eran ambos, poder amarse sin tabúes, jugar. Hacerse
el amor, como se merecen todas las parejas, con la mirada a la altura justa,
tus ojos con mis ojos, ni tú, más que yo, ni yo, más que tú.
Rodearse
con las alas y amarse lo que la vida, la puta vida, no les dejó. Porque siempre
hay un pero... un peso, un mañana y de pronto... ese mañana desaparece,
dejándote esperando.
El
cielo si existe, es seguro, un lugar para remediar esos mañanas, que no
pudieron ser...
La
impotencia de la espera, que retorcida es... que agonizante y puñetera. Y mucho
más si, de pronto, después de tanto esperar, miras tus manos y están vacías y
ya... ya no hay nada que hacer.
También
te dediqué a ti mi "SoloAlas", no me dejé a nadie en el tintero, cada
persona que ha pasado por mi vida, cada segundo que he recibido algo, ha sido
un ladrillo, una letra de mi "SoloAlas", tu también, Paco...
No
quise convertirme en una amargada, lo siento, me aterraba no tener la capacidad
de perdonar, vivir con la sangre envenenada de amargura. Me lo prometí, por mi,
por mis hijos y sintiéndolo mucho, lo cumplí.
Primero...
Mientras se nublan las mañanas,
los días intensos, llenos de sombras extrañas, con caprichosos dibujos,
imitando a las lágrimas.
Asumiendo y resumiendo, las
palabras que resuenan sin cesar en mi cabeza, que me torturan y que... no puedo
creérmelas.
Castigando continuamente, sin
piedad, los momentos a solas, los recuerdos...
Te comparé con un inmenso alud,
que me arrasó, tan frío... tan poderoso, desprendiendo verdades que durante
años se habían disfrazado. Cayendo y aplastando mi corazón, mi alma y la fe,
esa de la que siempre hablo...la fe en mi misma.
Que me hizo tanto daño, que causó
tanto dolor, que... jamás volveré a ser la misma.
Marcaste el momento en el que se me rompieron las alas, señalándolo en el calendario.
Me remiendo, me reconstruyo, me aliento, me empujo, me alzo... Y de nuevo recaigo, la herida sangra, el dolor vuelve.
Marcaste el momento en el que se me rompieron las alas, señalándolo en el calendario.
Me remiendo, me reconstruyo, me aliento, me empujo, me alzo... Y de nuevo recaigo, la herida sangra, el dolor vuelve.
Mientras se nublan las mañanas,
los días intensos, llenos de sombras caprichosas, con extrañas formas de
lágrimas...
Y
sin querer, de a poquito... Viví.
Cada
mañana desmontaba el día, lo tejía y me proponía olvidarte.
Cada
día me repetía una y otra vez, hoy podrás y perdía...
El
ritual de secarme las lágrimas, al abrirle la puerta al día.
De
pisar fuerte, imaginando pisar mi miedo.
Señalando
cada uno de mis sueños y jurándomelos.
Despertaba
obligándome a sonreírle... a mi almohada.
Me
abrazaba animándome y amándome.
Curé
mis heridas con pequeños besos al alma, trepé
por las marañas que tejían los porqués.
Entender
era mi oración y la recé llorando.
Sacudía
mis alas, para acariciarlas con el aire.
Negaba
recuerdos que dañaban el alma, acogía los odios.
Gritaba
sin piedad a la maldad que me mostraste.
Y
odié a mi enemiga desconocida, para poder vivir.
Viví,
reí, disfruté, soñé y de nuevo amé.
viví...
Incluso... Soñé.
Y
me atreví a soñar, dibujando alas a mis esperanzas.
Me
atreví a surcar el cielo, dejando atrás desgarros de este alma.
Volverás
a mí, sin temblar, volveré a tus brazos, sin reclamar... el dolor.
Perdonaré
al hermano, al amigo, al compañero, al niño...
Y
me atreví a mirarte a los ojos, sin odio, sin rabia, solo entendiéndote.
Me
atreví a abrazar a quien me apuñaló, sin miedo y con el alma desnuda.
Te
di la mano, entendí... justo cuando dejé de querer entender.
Te
perdoné, en el momento en que ya... no me obligué a perdonar.
Y
soñé, volví la cabeza a los abrazos de aquellas noches. A las palabras de
aliento, cuando las fuerzas, fallaban.
A
los te quieros de verdad, esos que paraban el corazón.
A
las sonrisas cómplices, esas que iban desnudas... de palabras.
Adoré
el no tener que odiar a nadie, el soltar la cadena de mi cuello.
Amigo,
había olvidado que eras mi AMIGO, y en mi sueño te reconocí...
El "SoloAlas" el seudónimo... es tan tuyo como mío.
Pero no iba a estar triste, no iba a permitírmelo, no podía.
Mi alma estaba tan grande, tan acariciada, que daba gracias a cada segundo, a
cada instante en que mis pies, pisaban aquella moqueta de la recepción.
Además lo he dicho millones de veces y es la verdad, lo juro
ante mi Dios, es lo mejor que me pudo pasar.
Me he sentido liberada, no soy la imagen de lo que tú
querías, ni soy esa mujer perfecta que buscabas y que fuiste moldeando día a
día, año tras años, no me parezco a ella en lo más mínimo. He pasado el testigo,
tarde, pero ya no participo en ese relevo.
En la adolescencia, me sentía una mujer fuerte, a pesar de
todo, decidida, luchadora y guapa. Me gustaba salir a la calle y darme cuenta
de que me miraban. Segura de mi misma. Me enamoré de ti y...
En el campo de batalla, el paso firme de los atacantes, con
el fusil apoyado en el hombro, sin miedo a la muerte, entonando canciones de
libertad, convencidos de que luchan por una vida mejor, por salir de la
opresión, por la libertad.
Hay quien titubea recordando a los que deja en casa, otros
rezan y algunos se despiden en silencio de sus amadas. Con lágrimas en los
ojos, pero sin dejar de mantener el paso, perfecto y marcado por los toques de
tambor. Convencidos de que es la única forma.
El tambor sin dejar de sonar, notas de gaitas y flautas... y
la niebla, sin saber quién te espera tras ese manto de aire húmedo, que parece
tan inofensivo y que es como un judas traicionero.
Así me he sentido yo, no siempre, pero la gran mayoría de
estos años. O amo con libertad, sin opresión o muero sin amor... Y la niebla me
ha traicionado más de una vez. Pero no por ello dejaré de esperar el sol o la
luna inmensa e imponente, después de la ceguera momentánea de los primeros
instantes del amor.
Que idiota aquél que piense que la sensibilidad es sinónimo
de la debilidad. Que al mostrarte tal como eres, confiar, eres el culpable de
los engaños y señalarte con el dedo, acusándote de tonto. Cuando la realidad es
que sientes el mar en ti, te sientes tan autentico, tan de verdad, que no
piensas fingir ni un poquito.
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