"SoloAlas"

Y no soy para nada un... ángel. Aun sigo viva.

martes, 3 de noviembre de 2015

"SoloAlas". El arte del erotismo. 23


Había despedido a todos, habíamos cerrado. Mis hijos estaban con su padre. Patricia y Melody se iban a cenar con unos amigos, no tenía nada mejor que hacer y no me quería ir de allí. Aquel viernes noche, no...
Recorrí sala a sala, revisando que las luces y velas estaban bien apagadas, subí a la planta de arriba, a la cocina, me hice una pizza en el microondas, que se quedó blanda y sabía a rayos, me serví una copa de champan y brinde sonriendo. Chapó.
Me entraron ganas de bailar y con la botella de champan, que por cierto no me gusta, pero aquella noche estaba exquisita, me fui a la salita, puse música y me dejé llevar.
Llevaba un traje de chaqueta, con falda corta ajustada, estaba ya harta de aquella ropa, de aquellos tacones, de la chaqueta que me oprimía los pechos, de la camisa que apestaba ya a perfume.
Bailando fui quitándome la ropa, prenda a prenda mientras oía... Hush, hush, hush.
Me sentí sensual y atrevida, contoneando las caderas, cerrando los ojos, incluso llegué a acariciarme, mientras bajaba la falda.
Me tumbé en el sofá para tirar por los aires mis tacones, de un salto me levante. Justo cuando la canción entra en la parte de I Will Survive, acabé desnuda por completo, y saltando a la vez que giraba. Sacudía mis pechos y bailaba las caderas.

Con el cabello agitado, despeinado por los movimientos agresivos de la cabeza, era aquella chica loca, nunca había dejado de serlo. Reconozco que el champan también fue un poco participe de aquello.
Me hubiera tirado por la cristalera a la calle, completamente desnuda... Paré en seco, mire la luna, estaba allí inmensa, frente a mí... La canción había terminado, dejándome, palpitante y latente, completamente desnuda, expuesta al mundo, tras esa cristalera.
Mis ojos bajaron a la calle, a las sombras de los aparcamientos y estabas allí, parado. Mirando hacia arriba, serio, sereno, lleno de misterio. Se me encogió el estomago de pura vergüenza y mis mejillas se pusieron rojas como tomates.
Mi reacción, reír y retirarme corriendo de allí. Tenía la sensación de que se me había escapado un pedo en mitad de una reunión importante, jajajajaja.
Me enterré en el sofá, muerta de vergüenza, lo juro. No me atrevía a acercarme a la cristalera para ver si seguías allí. Solo quería desaparecer, menuda tonta, no me avergonzaba que me hubiera visto desnuda, o si, lo que me avergonzó fue que un tío que no conocía de nada... creo, me viera saltando en pelotas y dando vueltas como una loca.
Me entró pánico al oír el teléfono de recepción. En mitad de la noche, sonó como un taladro en el corazón, a pesar de estar en la planta de arriba, pude oírlo perfectamente. Eso me sacó de golpe de aquella tontería de niña chica, que había vivido minutos antes.
No pensaba bajar, las alarmas de la planta de abajo estaban puestas y todo el mundo sabía que estábamos cerrados y ni mucho menos iba a hacerlo completamente desnuda.
Se encendieron las alarmas, mis hijos, busqué el móvil corriendo, con la música podría no haberlo oído perfectamente. Y el teléfono no dejaba de sonar...
Soy un puto desastre para los móviles...
No sabía dónde estaba, busqué por el suelo, nerviosa perdida y el puñetero teléfono ring, ring sin cesar. Miré en los bolsillos de la chaqueta sin éxito, fui corriendo a la cocina y nada...
Recordé haberlo dejado encima de la nevera de abajo, cuando cogí el champan...
Y pasé de vestirme, bajé corriendo, desactivé la alarma, como pude. Intentando no equivocarme. Abrí la puerta del pasillo interior, me dije... cuando puedas, un ascensor que vaya directamente a recepción y un mando para desactivar las alarmas desde arriba.
En ese momento entendí, las carreras de los chicos, en ese enorme pasillo, yo tenía los pies descalzos, pero ellas iban con tacones enormes. Me juré no regañarlas más por tardar en bajar.
Sin encender ninguna luz, solo el reflejo de la luz que entraba a través del jardín, escasa para mi vista.
Y justo cuando llegaba al pasillo corto, cuando estaba más cerca de la puerta a recepción, paré en seco. ¿Quien había tras la puerta de cristal?.
Yo no me acojono fácilmente, pero estaba dentro y seguro era el mismo hombre que vi desde arriba en los aparcamientos, nadie tenía llaves del "SoloAlas". Patricia, David y yo, nadie más.
Mi reacción instantánea, esconderme tras el pasillo, buscar con las manos y andando despacio, la puerta de entrada al baño de la sala Cielo. Temblando de puro pánico y mi puto móvil, encima de la nevera de mi despacho.
Sin hacer ruido me metí en el baño, con la puerta entrecerrada, espiando por un pequeño hueco. Completamente a oscuras.
Quien fuera, no pasaba más allá de recepción. ¿Cómo podía llegar a mi despacho?.
De eso nada, me quedaba allí, que robara lo que quisiera y que se largara.
.- Cris... El grito me hizo saltar como saltan mis gatos cuando se asustan.
No podía ser. No podías ser tú. Estaba alucinada, si por casualidad mis oídos no me engañaban. Te hubiera reconocido perfectamente desde arriba. Aun me sabía tu silueta de memoria. Aunque me hubiera empeñado en borrarla con una goma desgastada, estaba ahí.
Esperé que mi nombre se repitiera...- Señorita "SoloAlas"...
No, eras tú y yo negaba con la cabeza, no, mierda... no.
Desnuda, descalza, escondida en un baño, casi me había orinado encima del miedo y eras tú.
Tome aire...- Espera, grité... Tenía que subir arriba, vestirme, bajar, sonreírte y preguntarte qué coño hacías allí y quien mierda te había dado las llaves.
Y lo más gracioso es que era incapaz de mover un pie... estaba inmóvil, paralizada, con unas ganas locas de llorar.
.- ¿Dónde estás?, ni loca iba a decírtelo...- He llamado a tu móvil, a recepción. La voz se acercaba más y la puerta del pasillo interno que provenía de recepción, se abrió.
Me dieron ganas de irme a por ti y pegarte una paliza y mira que lo sabías perfectamente, que no me gustan las sorpresas, que las odio. Me consumió la rabia, las ganas de saltar sobre tu vientre y pegarte dos buenas tortas.
Me enfadé tanto en ese momento, que salí del baño a tu encuentro así, desnuda.
Retando, con la cara transformada por el profundo enfado. Pero tú no podías verla, encima no había ninguna luz encendida.
.- Enciende la luz de recepción, fue una orden, orden y advertencia.- ¿A qué mierda has venido?, le gritaba mientras él se giraba para buscar las luces.
Segundos en silencio y...- ¿Donde coño están las luces?, sal, por favor. Que no veo nada.
Cualquiera que pasara cerca de allí, pensaría que esos gritos eran porque ocurría algo malo. Bueno, a ver si venía la Policía y se lo llevaban preso. Que le den.
Y tomando una gran bocanada de aire, con el poco orgullo que me quedaba, salí del baño, giré para tomar el pasillo que llevaba a recepción y abrí aquella puerta, vestida solo con la dignidad.

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