La copia total o parcial de los textos, sin identificación del autor, firma, nombre completo o seudónimo, en este caso, Cristina Sánchez Moreno o como seudónimo: "SoloAlas", es un delito contra la propiedad intelectual, llamado Plagio y está penado. No tengo ningún problema en que se utilicen mis textos completos o frases, siempre que se indiquen el autor, lo siento no me gusta que me roben. Gracias por entenderlo. Un saludo.
Hay
momentos en los que tu alma se expande y se contrae, imitando a los latidos del
corazón, a los golpes de aire que entran en el pecho y te sacuden lo interno.
Eres
capaz de crear cualquier cosa con tus manos, con tu cuerpo, con tus alas...
Creas
mundos llenos de desiertos de sedas, en rojos intensos, en los que el calor se
hace casi insoportable, se te enreda entre las piernas.
Cada
gemido es una súplica, un perdón, una rendición y te das...
Sin
más, te sacudes los miedos, restregando intensamente la pasión, arrastrando y
derramando la piel, convertida casi en aceite... fundido.
Te
adentras en el otro, traspasas los límites de lo impuro, a conciencia,
metiéndote en sus huesos, en su fibra, bebiendo de su aliento, alimentándote de
sus ganas.
No
hay guerras más bellas, ni batallas más honestas, ningún soldado tiene el valor
de enfrentarse a otro, completamente despojado de ropa, sin armas, tan solo con
su piel.
Y
más... sabiendo de antemano, pactando, que ambos van a perder, que ambos... van
a ganar.
Se
vuela a ras de piel, se nada en un mar... irisado y erizado.
Si
hay que llorar, se llora con los dedos. Si hay que reír... lo haces con los
pechos, si me voy a rendir, que sea en tu piel, en ti... Y si te voy a ganar,
ganemos juntos, de la mano. Y como grito de guerra... tu orgasmo.
Me
he sentido la dueña de tu ilusión y te he regalado la mía...
Pronunciar un... hasta siempre,
me ha ensangrentado la boca.
Reconocer lo que quieres y no es
a mí, ha dolido en el centro del pecho, clavándose.
No me importó las risas, ni tan
siquiera las tuyas, quise creer en tu Dios, a pesar de ellas.
Repetirme, una y otra vez que...
si me has querido, tanto, que te has asustado. Jurármelo, para luego arrojarlo
al fango, ha sido la impotencia más cruda que he vivido... aunque el mundo
gritara que no me amabas, mi alma estaba totalmente convencida de que, incluso
más que a ti mismo.
No es porque yo sea la ideal, por
eso mismo, no ha pasado, es porque lo vi en tus ojos, lo sentí con tus manos y lo
adiviné con tus lagrimas.
Pedir perdón, no sirvió de nada,
a pesar de saber que no era totalmente culpable, tan solo, culpable de amarte.
No hay sitio para mí en tu vida,
no soy bien vista, no llenaría las expectativas, no alcanzaría el valor, no
estaría a la altura, pero... a ver si tienes cojones de encontrar a alguien que
te ame, tanto.
Distintos... Que gracioso el que
pronunció esa frase, como si las parejas se dieran por similitud, como si el
amor, se ofreciera con test de compatibilidad, la compatibilidad solo sirve
para... la tranquilidad, la serenidad, la amistad, jamás para vibrar...
Por mucho que el odio haya
querido manchar lo nuestro y sin razón, o al menos, sin una razón visible, no
puede borrar la pasión, nadie, ni tan siquiera tú, puedes borrarla, ni mucho
menos negarla, porque fue tan viva, tan real, que pasaran mil años y... aun la
recordarás.
Estamos sentenciados, desde el
primer beso y si se cumple lo que rezan muchos, volveremos a reencontrarnos en
otra vida, para culminar ese amor, hasta entonces... adiós, mi vida...
A veces la belleza, no se aprecia
en el primer instante, no es cegadora, ni resplandeciente, por el contrario es...
sutil, casi inapreciable, como las brillantes motitas del mar, que le dan un
matiz lleno de magia, de luz y proyectan en infinitos hilos al cielo, la sal al
aire.
A veces un amigo, silencioso,
respetuoso, que parece que no aporta nada a tu vida, no te hace temblar, ni
vibrar, tampoco reír, ni llorar, te regala algo tan valioso como... la paz. La
tranquilidad de estar frente alguien a quien... no necesitas conquistar,
demostrar, valorar, solo y simplemente aceptar y amar.
Los días simples, esos que, te
llevan a la cama sin sueños que lograr, esos en los que, no has sentido frío ni
calor, en los que no ha ocurrido nada importante, ni bello ni desagradable. Te
dejan encima del lecho... satisfecho, dejándote llevar por la dulzura del sopor,
por lo agradable de... no pensar.
Las canciones sin grandes voces,
sin mensajes impactantes. La simple melodía que, ni es metálica, ni romántica, aquella que, se asemeja a las tardes de campo
silenciosas, se adentran en ti, se arrastran por tus venas, consiguiendo calmar
tu respiración, pausar tus dolores, templar el alma... a fuego medio.
Como el mar, cuando no nos habla,
no nos dice nada, es un plato, ni tan siquiera... ruge, pero nos lleva a la lejanía
de tormentas internas, para comer paz con pan.
El color marrón, derivado del rojo y verde, que, a su vez, es la
mezcla de azules y amarillos. Tono apagado, sin matices intensos, poco
impactante e inapreciable y sin embargo es... el tono de la madre, de la vida...
tierra, que protege del sol abrasador, el mismo que, acuna a un hijo nueve
meses, en tu interior.
El agua, insípida, sin sabor, que
no marea tus sentidos, ni activa tus papilas gustativas, pero que... sin ella,
simplemente no hay vida.
El amor calmado, el poema simple,
la historia sin memoria, la templanza, la armonía, la tibieza, todos, en el
punto exacto de cocción, para nuestro... corazón. Y... te llevas una vida
plena.
Gloria a... Gloria a los besos derramados,
gloria a los deseos prohibidos. A los gemidos que entonan
canciones de amor. A comerse el aliento y con
ello... el mismo tiempo. A las caricias profundas, esas
que atraviesan la piel y se alojan en el alma. A cuando una mujer, entrega sus
pezones, y él... él los saborea, quemando con la boca. Gloria a esa mano que baja
paseando por tu cintura y llega a adentrarse entre tus piernas, destino deseado
con ganas locas. A los instantes en que... cualquier
postura en la que te encuentres, significa la rendición y entrega absoluta. Dulce dolor y calor, el que quema
justo donde... quieres que te coman. Maravilloso instrumento, aquél
con el que tocas melodías llenas de provocación y deseo... tu cuerpo. Espacio donde tu piel no tiene
fin, se alarga con el aliento, se extiende con el intenso, se confunde con el
misterio. Gloria a cuando tus piernas, se
convierten en enredaderas, cuando tus brazos son raíces y tu sexo... la tierra. Cuando posees la fuerza de parar
el tiempo y detener el giro de los planetas... hacerlo interno, poniendo al Sol
como un simple... espectador. Gloria al viaje mas profundo, en
el centro del universo, subida a tus piernas y atrapando tus caderas. A pedirte perdón a la vez... que,
te mato de amor y te remato de... pasión. Al instante en que la muerte es...
simplemente una anécdota, si ocurre comiéndote la boca. Gloria al deseo, que traiciona,
que asusta, que arrodilla y engrandece a la misma vida... "SoloAlas".
Tu puedes, puedes romper el
destino con la fuerza de tus ganas.
Multiplica el vacío interno, entrénalo,
fortalécelo y construye o... destruye aquello que te mata.
La mente tiene un enemigo
poderoso y esa es la fuerza de la emoción, que se queda alojada entre la piel y
los huesos y duele más que cualquier enfermedad.
Cuando no somos buenas personas,
se arruga el alma, puede que vivas en esta vida más y mejor, más acomodado, con
más dinero, con caprichos, con poder sobre personas que consideras inferiores,
pero... cuando a tu alma no le haga falta lo material, será tan pequeñita, que
se perderá en el universo.
Y al haberse alimentado de otras
almas, se evaporará porque no será consistente, ni fuerte, ni tendrá capacidad
de sentir, pues sus emociones no han hilado, no han crecido, ni tan siquiera,
tienen raíces.
Esa es la verdadera muerte.
No con esto quiere decir que, una
maldad en tu vida, te condene. Te condena el no verla, no asumirla, no
cambiarla, porque a veces no somos malvados por nosotros mismos.
Lo somos, porque desde que
nacemos nos han alimentado con frases destructivas, con religiones que...
mienten en cada credo, con convicciones erróneas, destructivas, haciéndonos
creer que somos superiores a alguien, a algún animal, a la libertad, al amor...
El color de tu piel te da
derechos, o tu sexo... al único derecho que respondes cuando se te muere la
piel es al de un alma, sin más. Y la belleza del alma en un universo negro, es
la luz que has alimentado, el resto se pierde y se desintegra con ese negro que
es la nada.
Tienes miles de batallas que
ganar hasta brillar, comienza a ganarlas cuanto antes, pero gana con un fin, el
amor y el amor a tu alma, es fundamental, sobre todo para poder amar esta vida,
al resto de vidas y en cadena, a las siguientes y como fin... la universal. Tu
vida entonces... tendrá sentido.
Un chasquido de dedos, genera una
fuerza de acción imposible de medir, un zapatazo... también, pero el silencio y
dar la espalda, aparte de generar y multiplicar la fuerza propia, no desgasta energía
y de eso se trata...
No des poder a quien cree que lo
tiene sobre ti mismo, sobre todo no gastes miedo en ello, lo peor que puede
hacer es matarte. Hay quien se alimenta del miedo ajeno, eso, a la hora de la
verdad, es como fango para su propia alma. Allá ellos...
No hay mayor fuerza que la
convicción, la motivación, el poder de la verdad y ya llevamos demasiados años en
esta tierra como para no saber qué es lo verdadero, quien miente en su propio
beneficio, quien mata en nombre de Dios, quien tiene y no da y quien da y no
tiene. Quien promete y no cumple, quien usa palabras sin medirlas, quien no
necesita frases que adornen acciones y quien necesita frases para adornar sus
mentiras.
Abre tu alma, abre tus alas y ama,
sin miedo a que se rían de tu amor, eso es insignificante...
Esta es una historia imaginativa, basada en hechos reales de personas que he conocido, hechos puntuales y en la sensación que tuve con quince años, cuando un "novio" que tuve, durante diez meses, me maltrató, tuve a mi hermana cerca para quitármelo de encima.
Gracias Marivi.
Cardenales en el alma...
A
veces me dolía tanto mirarla, se me hacia un nudo en la garganta y se me
nublaba la vista.
Dibujar
cada uno de sus cardenales con la yema de mis dedos, acariciarle el pelo, ella
se echaba a llorar y me apartaba con el brazo.
Nunca
entendí porque le protegía, porque le excusaba, porque siempre había una
respuesta a todas mis preguntas.- Cuando está sobrio es un hombre maravilloso.
Un
hombre que le robó el tiempo, la vida, la sonrisa, el amor, la juventud e
incluso le robo la piel. Se la arrancó tira a tira, a palos y sin temblarle el
pulso.
Me
contó una noche, una de esas tranquilas, de las pocas en las que él no
aparecía, que lo conoció muy jovencita, que su padre habló con él y le pareció
un buen hombre.
.-
Cuando me casé lo hice por huir, estaba cansada de llevar desde muy pequeña la
casa, de aguantar las borracheras de mi padre
y los pellizcos y tirones de pelo de mi abuela. Que mala era, siempre me
llamaba fregona, y me pegaba porque decía que era igual que la guarra de mi
madre.
Mi
madre se crió sin madre, ella les abandonó, salió corriendo dejando atrás todo,
hoy entiendo a esa mujer, lo que no puedo perdonarle es que no se llevara a sus
hijos con ella. Pero por lo menos salvó su vida.
.- Tu padre era muy guapo, parecía
el hombre con más clase del pueblo, todos sabíamos que no era rico, pero tenía
pinta, pinta y porte.
Se
le olvidaba contarme, que le faltaba clase y educación, que jamás fue honesto y
menos cabal y guapo por fuera, pero
odioso por dentro, desde siempre.
Una
de las noches en que la curaba de sus heridas, llorando me confesó, que ya en
la noche de bodas le pegó.
Había
bebido, lo había hecho hasta casi caer inconsciente, luego culpó a mi madre de
su incapacidad. Le pego y le escupió a la cara que estaba tan delgada que casi
le daba asco, y la obligó a masturbarle hasta lesionarse la mano, me contó
entre lagrimas que ella no sabía nada del sexo, que jamás supo que había que
hacer.
Eso
se convirtió en una costumbre para él, llegaba borracho se tumbaba, y mientras
la obligaba a masturbarle le pegaba collejas, y pellizcos en los pechos.
Había
cosas mucho más fuertes, pero soy incapaz de relatarlas, cosas que me hicieron
vomitar cuando pensaba en ellas y no me las contó mi madre, lo peor es que las
vi con mis propios ojos, fui incapaz de enfrentarme a él.
Al
principio, era demasiado pequeña, luego era demasiado cobarde, la palabra
cobarde va unida a mi apellido y al de mi padre... claro está.
Cobarde
para soportar palizas, insultos y lo peor cobarde para soportar su olor en mi
cama.
Luego
estaba el problema del dinero, mi madre se pasaba los días fregando en casas
ajenas, traía lo poco que entraba en casa y él, lo gastaba en sus borracheras, luego le
pegaba, porque para él, ella cobraba muy poco, le gritaba – NI PA PUTA VALES.
La
veía irse todas las mañanas muy temprano, en invierno aun era de noche, se iba
bajando la escalera quejándose de los huesos, huesos molidos a palos.
Yo
me levantaba enseguida, me vestía y salía al colegio, a veces llegaba a la
puerta del colegio una hora antes, no importaba, era libre y jugaba con las
piedras de la entrada, jugaba a las familias bonitas.
Ella
llegaba a la puerta del colegio a recogerme, a veces sus pasos... eran tan
lentos. Por el camino siempre me agarraba muy fuerte de la mano y me decía bajito.- Tu siempre con mamá. La
gente nos miraba, a veces con cara de pena, otras como si no tuviéramos valor.
Cuando
cumplí catorce años, él solía venir a recogerme al colegio, por aquella época
se le metió en la cabeza de que yo me liaba con todos los niños y no me dejaba salir a jugar, en el camino las
voces de los vecinos retumbaban en mi cabeza, cobarde... revélate, os va a
matar, está matando a tu madre. Aun hoy... creo que les oigo.
Mi
madre cada día después del trabajo, tenía que limpiar, cocinar la cena,
aguantar despierta hasta que a él le diera la gana venir, porque entre otras
cosas quería cena caliente y si tenía suerte, alguna torta que otra.
Todo
eso para luego caer rendido en el sofá y no dejarnos dormir con sus ronquidos. Si
no había suerte, lo que le esperaba era una paliza y que abusara de ella. Ella
lo dejaba, siempre tuvimos miedo de que algún día quisiera hacérmelo a mí,
gracias a Dios no, lo más que llego hacer era dormir conmigo, apestando a coñac
y siempre contando chistes que no tenían ninguna gracia, pero yo hacía que me
reía.
Me
tocaba los pechos y decía.- Ya estás hecha una mujer, que no me entere yo que
esto te lo toca algún capullo... Mi madre intervenía. Lo hacía .- Vente conmigo
a la cama anda, que hace frío hoy, deja a la niña, no ves que le da vergüenza
que su padre le diga esas cosas.
El
reía a carcajadas y entre risas.– Quieres jarana hoy, serás guarra.
Salía
de mi habitación y se iba con ella de la mano, mi madre siempre cerraba mi
puerta y me advertía, que cuando ella cerrara, yo echara corriendo el pestillo.
Eso hacía, cerraba el pestillo y me tumbaba en la cama, tapaba mis oídos con la
almohada.
Cuando
fui un poco mayor, creo que tenia quince años, iba con ella a limpiar casas, vi
como tenía que agacharse... casi sin poder, subir escaleras y fregar hasta caer
agotada.
El
mientras vagaba de un lado a otro y lo más gracioso... algunas noches lloraba
porque no encontraba trabajo y se echaba la mano al pecho.- Es que tú te crees
que a mí no me duele veros trabajar a las dos y yo sin encontrar nada. Que mala
eres, solo verte me lo recuerdas.
Mi
madre agachaba la cabeza, cuantas veces me dieron ganas de contestarle, de
gritarle.- Pues tu bien que te lo gastas, si en vez de ir a beber, fueras a
buscar trabajo, aunque fuera fregando... Pero no, mi madre me miraba y me
mandaba al cuarto, ella sabía que tarde o temprano yo estallaría y eso lo
pagaría caro... las dos lo pagaríamos.
Nunca
hubo un tiempo mejor, recuerdo que de una de sus palizas ingresaron a mi madre
en el hospital, yo tenía diecisiete años. Estuve noche y día con ella, en el
hospital. Ella no quería que me fuera sola a la casa con él.
Mentimos
a los médicos, dijimos que se cayó por las escaleras. Yo me sentí fatal, sentí
asco de mi misma, pero estaba asustada, temía el después, temía el que nos
culparan a todos, porque yo crecí con la idea... de que la culpa era de los
tres, mi madre por dejar que él le pegara, yo por callar y por nacer sin tener
que haber nacido y el... por ser el diablo.
Los
días del hospital vi a mi madre reír a carcajadas, una enfermera se disfrazo de
enfermo, iba de un lado a otro con la bata, desatada atrás, se le veían las
bragas, enganchada al suero, mi madre se moría de la risa y al reír se quejaba
del dolor de costillas, yo mientras la miraba no podía evitar llorar.
Pensar
en ella hoy me duele, pero se lo debo, le debo por lo menos el recuerdo, a él, le debo el odio, llenar mi alma de odio desde pequeña y el miedo, gracias por darme eso, papá.
A
mi madre la mató a palos, lo hizo cuando él quiso, cuando le dio la gana, eres
mía y te quito la vida porque sin mí no tienes derecho a vivir.
Era
un día de verano, un día de esos que te nubla la vista mirar, un día bonito.
Ella
y yo llegamos de trabajar a las cuatro, el tumbado en el sofá, roncaba y estaba
casi desnudo, había bebido, pero no creo que demasiado.
Al
entrar en la casa, lo hicimos en silencio, como siempre, con miedo a
despertarle, mi madre se apoyo en resquicio de la puerta, le miró y dijo.- Míralo,
parece un ángel que no hizo nada malo en la vida y es un diablo.
El despertó, lo hizo como nunca
lo había hecho, de golpe, abrió los ojos y la miró con odio, luego dirigió su
mirada a mí... con asco. No pude evitar devolverle la mirada, eso hizo que se
levantara y me cruzara la cara, me lanzó la mano, impactando contra mi labio
inferior, partiéndolo y pegó su cara mucho a la mía, sacando pecho, me dijo.- Vuelve
a mirarme así y te mato.
Mi
madre le agarraba del brazo, le rogaba llorando.- Deja a la niña, no le pegues,
ella está cansada.
No
puedo recordar más, solo sé que millones de veces he intentado pensar, estrujar
mi cabeza, intentar recordar, pero es imposible.
Solo
recuerdo a mi madre sangrando por la boca, vomitando sangre en el baño, me
echaba con las manos...balbuceando.- Vete de aquí, vete no me mires, vete y no
vuelvas, que yo te… y cayó al suelo.
Maldito
cobarde, estuve dos horas llorando en el suelo con ella, muerta en mis brazos.
Y él se tumbó a dormir la siesta...
Solo
cuando vino la ambulancia, pudo darse cuenta de que la había matado. La policía
le detenía y él me amenazaba.
Me
dijo.- Si dices que he sido yo, te mato a ti también.
Hoy
mi madre es libre, donde quiera que esté, ya no siente el dolor de sus palizas,
no siente el miedo, quizá esté tranquila, se siente en el cielo y pueda
respirar paz.
Me
queda ese consuelo, ese y el de que nací, nací porque tenía que darle alguna
alegría la vida.
Él,
no tengo ni idea de que fue de él, por mi como si se pudre. Me arranqué el
apellido cobarde.
La
veo todos los domingos, le llevo flores. Sé que está conmigo, aun siento cuando
voy por la calle su mano fuerte, y la oigo decir.- Tú, siempre con mamá. Cardenales en el alma, cardenales en la piel,
eso es lo único que tengo de él.
La vida que curiosa es, te
desmonta las piezas de tu puzle, para recordarte que... no tienes ni idea de
nada, que no se pueden tener en cuenta todos los factores, que no se pueden
controlar todos los instantes y menos si eres incapaz de controlar tu corazón...
No solo tienes que aprender,
asumir, resumir, digerir, aceptar y mil cosas más, también tienes que tener en
cuenta los factores ajenos o...
Improvisar...
Para quienes no han vendido jamás
su cuerpo, os digo que...
A veces se vende el alma y no por
dinero
Por cosas como una simple caricia
o una sonrisa
Se vende el alma y el cuerpo
Por cosas como... la seguridad
Se vende hasta la piel y los
sueños
Cuando se busca la calidez humana
Se venden hasta las entrañas
Por una mirada de deseo, se
regalan orgasmos fingidos
Pero... Hay quien un día se da
cuenta y se niega hacerlo por eso, lo hace por dinero.
A esa persona se le tacha de
prostituta
Pues, siento deciros que no es
más "puta" que...
Quien duerme al lado de alguien y
se muere por dentro por otros besos.
Cruda realidad servida en
bandeja, como adorno... la puta vida.
El mar, me da la vida, el mar, me
recuerda a tus besos frescos, a la sal de tu mirada picara...
El sol, el sol me pica en la
piel, como me picaban tus dedos y me calienta el alma, al igual que lo hacían
tus caricias...
Amarte a media luz, buscar tu
boca en mitad de la noche, sin tener noción del tiempo, ni de donde estaba. Ardiendo
en mi entrepierna, aunque solo hiciera segundos en los que... acabábamos de
hacer el amor.
Era como morir de hambre y
encontrar un manjar en el desierto, en el desierto de tu piel, amor.
Aun me despierto pensando en tus
besos, buscando esas caricias, llorándolas...
Como se lloran las verdaderas
penas, sin lagrimas, con el alma desgarrada, impotente por no poder
solucionarlo y esperando que el destino haga magia y que los cuentos esos que
tanto has leído, aquellos con final feliz, sean realidades y nuestra historia
forme parte del pasillo interno en la biblioteca de la vida, ese donde hay un
cartel que dice... finales muy felices.
A veces, te cuento, que me rindo,
que quiero rendirme, que necesito hacerlo, porque me ahogo, pero soy una
puñetera cabezona y el miedo que tengo, es que pueda estar años esperando ese
final...
No sabes la de veces que el aire,
el aire, oye mis te quiero, esos te quiero, que rizan el viento, que salen a
oscuras y a solas, peinándome el pelo, desvistiendo mi cuerpo. Esos... que
nadie oye, que nadie siente, solo yo y que parten mi corazón a la vez que, me
sacan una sonrisa, porque amarte, aunque sea sin tenerte, es lo más vivo, que
he vivido jamás...
Dicen las viejas filosofías que,
ya estoy preparada para amar, es idiota, lo estuve desde el día que abrí los
ojos a la vida. Pero, ¿alguien está preparado para recibir tanto amor?.
Para que le duelan las entrañas,
como me duelen a mí, pensando en ti.
Playamar ayer a las ocho de la mañana... no se puede ser más bonita, Málaga.
Fotografía de Cristina SoloAlas.
Una de las canciones más hermosas que oído jamás y eso que no entiendo lo que dice, pero me llega directamente al alma.
Tu recuerdo...
Fue
tan dulce que pasará a mi historia personal, a sumarlo a mis recuerdos. Y
seguro que inspirará muchos de mis textos, ya lo ha hecho, desde el primer
día... Una batalla a besos.
Tan
intenso, que desprenderme de ello... ha roto una de mis alas. Me ha costado
enfrentarme a mí misma, reconstruirme, cuidarme, mimarme y abrazar a mi niña
que lloraba desconsolada por tu marcha.
Olvidé
en tus brazos el dolor de la vida y en el cielo los azules eran mucho más
azules. No me di cuenta de lo duro, de lo injusto, de la pesadez, porque entre
tus brazos, vivía elevada.
Contigo,
vibró cada milímetro de mi piel, cada hueso se extendió , se alargó y se acopló
a ti... en cada abrazo. Y en cada beso me juraba más y más, sin poder evitarlo.
Sin poder frenarme.
En
muchos miles de segundos, no hicieron falta palabras, el silencio era mágico,
hermoso. Nuestros cuerpos se lo decían todo.
Mis
ojos se entrecerraban mirándote, tu luz casi me cegaba y no podía evitar
comerte con los ojos. Y después, cuando el mundo dejaba de mirarnos, hacer
realidad ese juramento de comerte...
No
habían sueños, ni metas, no habían propósitos, solo amarte y que me dejaras
hacerlo. Pero a veces... simplemente no se puede.
Solo
quererte, de cualquier manera, en cualquier forma, quedarme con algo...
Y
al final me he salido con la mía, me queda tu recuerdo...